Estados Unidos, la tierra prometida de los V8, donde los propulsores de «innecesaria» cilindrada campaban a sus anchas gracias al bajo precio del combustible, hoy se viste de luto. Y es que el Réquiem se convierte en la banda sonora petrolhead en el otro lado del charco después de que se haya anunciado un futuro muy semejante al de Europa. Así, el fin del diésel y la gasolina llama a la puerta de Estados Unidos después de anunciar que los fabricantes deberán llegar al año 2026 con un consumo medio global de 5,8 l/100 km.
La Agencia de Protección Medioambiental estadounidense (EPA), ha sido la encargada de establecer este nuevo límite de consumo de la mano de la presidencia de Biden. Pese a que ya hubo en el pasado otras propuestas similares, esta se torna, hasta la fecha, como la más tajante, buscando cumplir con el objetivo de que los fabricantes automovilísticos apuesten todo al eléctrico y al híbrido enchufable.
El fin de la gasolina ya tiene fecha en Estados Unidos
Y es que ya fue durante la legislatura de Barack Obama cuando se puso en juego una meta muy similar, con el cambio de que esta era un consumo medio era de 6,5 l/100 km. Con Trump a los mandos de Estados Unidos, la norma se ablandó bastante al instaurar un consumo de 7,3 l/100, pero ha sido bajo la batuta de Biden cuando se ha dictaminado este objetivo más comprometido con el cuidado del medioambiente pero también más complejo de cumplir para una cultura automovilística en la que, hasta hace más bien poco, no existían este tipo de situaciones.
La EPA, por su parte, está convencida de que cuenta con el apoyo de los fabricantes, quienes están apretando el acelerador en lo que a concepción de coches eléctricos y electrificados se refiere. Y es que, al fin de cuentas, es la forma más lógica de alcanzar ese consumo medio global inferior a 6 litros, cifra casi impensable en cualquier vehículo americano de alta cilindrada que se precie.
Es por esta premisa por la que los fabricantes deben proseguir con la idea de reducir de manera -en ciertas ocasiones seguramente beligerantemente- drástica el consumo de sus vehículos. La ley entrará en vigor en 2023, y el objetivo debe estar cumplido en 2026, por lo que serán tres años -cuatro si tenemos en cuenta el trabajo que realizarán a lo largo de 2022- los que tengan por delante para afianzar esta cifra con su elenco de vehículos.
¿Por qué reducir consumo y no emisiones de CO2?
En Europa se ha aplicado un plan muy similar solo que con la meta de reducir las emisiones de CO2 y no el consumo medio de los vehículos de cada fabricante. Al final es una manera diferente de abordar el mismo problema, ya que, al consumir menos carburante, menos emisiones de CO2 producen los coches. Por otra parte, uno de los incentivos que plantea el Gobierno de Biden es que, al reducirse el consumo global de las marcas, se reducirá, por ende, el de los coches vendidos, asumiendo así un gasto considerablemente inferior en carburante.
La propia EPA confirma que, de cumplirse esta ley en 2026 tal y como está previsto, se conseguirá evitar la emisión 3.100 millones de toneladas de CO2, al igual que reducir el consumo de gasolina en 13.608 billones de litros. Sea como fuere, el diésel -ya de por sí muerto por aquellos lares- y la gasolina tienen fecha de defunción en Estados Unidos.