Qué aficionado del motor que se precie no recuerda con especial cariño al mítico Maserati MC12. Aquel bólido marcó una época dentro y fuera de los circuitos, descubriendo hoy a su sucesor espiritual para regocijo de todos aquellos que buscan un superdeportivo al estilo Maserati. Por este motivo hoy vamos a probar el nuevo Maserati MC20, y no solo vamos a conducirlo, sino que vamos a analizarlo en detalle para descubrir si estamos ante esa forma de entender el automovilismo donde el alma define al coche y no viceversa.
Hemos tenido que esperar bastante tiempo para que en la gama Maserati volvamos a disponer de un superdeportivo con todas las de la ley. Pero os digo desde ya que esa espera ha merecido la pena, pues la firma italiana se ha tomado su tiempo, pero a cambio no ha creado otro coche de altas prestaciones más en su categoría, sino que ha conseguido dar vida a una máquina que se ve y se siente diferente, algo que muchos fabricantes persiguen, pero que pocas veces se consigue.
Maserati MC20
Estéticamente el Maserati MC20 me atrevo a considerarlo como una verdadera obra de arte. El departamento de diseño de la firma italiana, capitaneado por Klaus Busse, ha confeccionado un traje de alta costura que rezuma deportividad, elegancia y personalidad. Nada fácil hallar el éxito en semejante combinación, pero este MC20 lo ha conseguido con gran maestría.
Con 4.669 mm de longitud, 1.965 mm de anchura y apenas 1.221 mm de altura, estamos ante un coche que habla de velocidad en primera persona. Este es un coche imponente, aunque sin caer en el barroquismo o la estridencia que a día de hoy están tan de moda. Las líneas de su carrocería dibujan un coche con presencia y carácter, como bien demuestra su enorme toma de aire frontal, las preciosas llantas, los voluptuosos pasos de rueda o la cubierta transparente del motor con el logotipo de Maserati, pero en el conjunto no se perciben excesos que lo hagan llamativo de más. Incluso pese a la configuración cromática de nuestra unidad de pruebas, lo cierto es que estamos ante un coche que mantiene la elegancia y que ha hecho bien en huir de los apéndices aerodinámicos.
Para dar vida al interior, Maserati ha mantenido esa filosofía de minimalismo y sutileza vista en el exterior, dando vida a un habitáculo sencillo en lo estético, pero de buena calidad y diseño deportivo. Accediendo a él a través de unas espectaculares puertas con apertura estilo mariposa, lo primero que observamos es que el chasis monocasco de carbono fabricado por Dallara se muestra en todo su esplendor. Este chasis es una de las grandes claves que definen al MC20, y no solo por rigidez y ligereza, sino también por filosofía al dejar bien claro que estamos ante un coche que tendrá variante de carreras.
Sentados en sus asientos deportivos firmados por Sabelt, lo primero que me sorprende es lo cómodo del acceso, el confort de los asientos y el espacio disponible en el habitáculo. Observando más allá me percato de un interior que está tapizado en Alcantara de color negro, pero con numerosos detalles en color azul que dan ese punto de distinción y deportividad que exige un coche así. El nivel de calidad en términos generales es elevado, encontrando también diferentes piezas en aluminio y fibra de carbono que ponen la guinda a la visión que defiende este coche.
Como os decía unos renglones antes, el interior del MC20 es bastante sencillo en lo tocante a diseño, algo que define perfectamente el puesto de conducción. Éste cobra vida a través de un volante de tacto impecable, donde se combinan la fibra de carbono y la Alcantara, unas enormes levas de carbono fijas en la columna (como debe ser) y un cuadro de instrumentos digital que modifica su diseño en función del modo de conducción seleccionado: WET, GT, Sport, Corsa o ESC off. Por cierto, la selección de estos programas, amén de los dos modos disponibles para la suspensión, se realiza desde un mando giratorio situado en la consola central, bastante a mano durante la conducción todo sea dicho. Sin embargo este dispositivo ha sido revisado con la llegada del MC20 Cielo para integrar una pantalla que mejora la visualización.
Y pasamos por fin a la conducción. Regulados asiento y volante, cierro la puerta alzando el brazo izquierdo, pulso el botón de arranque situado en el propio volante y el motor Nettuno cobra vida. El despertar del motor se produce con un sonido ronco y metálico, un sonido que mezcla acordes que nos llegan desde el propio motor, situado a apenas unos centímetros de nuestra cabeza, y de la doble salida de escape que corona el difusor trasero. No es un sonido estridente, menos aún exagerado, pero tampoco es el común en los V6 turboalimentados, lo que demuestra que Maserati ha cumplido su promesa a la hora de “fabricar” una melodía con personalidad.
Insertamos primera y me pongo rumbo a una de mis carreteras favoritas en Málaga, un trazado que arranca en San Pedro de Alcántara, que continúa en Ronda y que culmina recorriendo la espectacular Sierra de las Nieves. Es un trazado muy especial para mí, primero porque como malagueño la conozco como la palma de mi mano, segundo porque ofrece un trazado cambiante que permite sacar todo el jugo de un coche así, y tercero, porque la belleza de los diferentes paisajes que recorremos es realmente única.
Cubiertos los primeros kilómetros me doy cuenta de que este MC20 no es para nada un coche radical, en su modo GT es un coche noble y hasta cómodo, adaptándose con facilidad a los diferentes asfaltos y el mal estado de algunas secciones sin que ello perturbe la conducción. Motor y cambio son capaces de trabajar con gran suavidad, con una respuesta rápida ante cualquier insinuación que hago sobre el acelerador, pero permitiendo circular sin exigirnos demasiado. En este punto, el MC20 me recuerda más a la filosofía de un R8 que la de un Huracán para que nos entendamos, demostrando que pese a ser un superdeportivo, es bastante usable, lo que lo alejan de ese espíritu más radical propio de Ferrari o incluso indomable al estilo Lamborghini.
Pero llegamos a la primera sección revirada, una carretera que se retuerce y que me obliga a seleccionar el modo “Sport”. De forma instantánea el motor se hace más protagonista, el cambio se vuelve más directo y la suspensión tensa sus músculos. El cambio de personalidad es claro y las curvas se suceden a un ritmo realmente alto. Las buenas maneras como GT ahora se han transformado en un coche que pide más, que gusta de girar alto de vueltas y que te anima a exprimir cada cambio de marchas. Me gusta especialmente el tacto y la información que devuelve la dirección, un punto crucial para sentirnos cómodos en un coche así.
Los 630 CV del 3.0 V6 Twin-Turbo nos permiten correr mucho, pero que mucho, siendo un motor que se siente cómodo en la parte media-alta y que regala su mejor sonido precisamente al llevar al corte cada relación. Por tono y volumen no puedo negar que este V6 me hace echar de menos el volumen y la rabia de los V8 o V12 atmosféricos de antaño, pero el rendimiento de este V6 me gusta mucho y junto a la transmisión de 8 relaciones hacen muy fácil “pilotar” llevando al límite cada estirada. Además, en los modos Sport y Corsa se aprecia claramente cómo el diferencial gana en carácter para terminar cada giro con cierto sobreviraje, lo que brinda un plus de diversión que termina haciéndose adictiva.
Sorprendentemente, aunque los neumáticos y los frenos ya estaban algo castigados tras tantas pruebas de otros compañeros, las reacciones del MC20 en cualesquiera de sus modos son nobles. Incluso forzándolo, corregir la trayectoria o apurar la frenada es posible sin tener que pelearte con el coche. Este MC20 tiene un elevado margen para poder buscarle las cosquillas sin sustos y así poder jugar con la trasera a demanda, pero incluso superando ese margen ya en el modo Corsa, la sensación de control es muy elevada.
Llegado el momento de sacar conclusiones, reflexiono profundamente sobre lo vivido hoy durante esta jornada de pruebas con el Maserati MC20, intentando así dar respuesta a las tres preguntas que tenía en mi cabeza antes de probar este coche y que creo que son las más importantes para saber si Maserati ha acertado con este lanzamiento.
En primer lugar, ¿Es el Maserati MC20 un digno sucesor del MC12? Sí, obviando el misticismo y la exclusividad que ha alcanzado a estas alturas el MC12, el nuevo MC20 es un más que digno sucesor al preservar esa misma filosofía como superdeportivo. ¿Está el V6 Nettuno a la altura de las circunstancias? Sí, pues aunque no seré yo quien reniegue de un V12 o incluso V8 atmosférico, lo cierto es que Maserati ha conseguido dar vida a un motor que corre mucho y muy bien, falto de algo de sonido, pero que esconde toneladas de diversión. ¿Ofrece el MC20 algo realmente diferente en su categoría? Sí, y creo que aquí está la verdadera clave de este coche, porque era lo que más necesitaba este modelo, pero también lo más difícil de conseguir.
Con este MC20, Maserati no se ha limitado a crear un superdeportivo copiando lo que ya ofrecen Ferrari, Lamborghini o McLaren en sus respectivas gamas. Maserati ha creado un MC20 con un planteamiento, diseño y conducción que derrochan personalidad propia. Y eso amigos creo que es, de largo, lo mejor que tiene este coche.