Cuando una marca se atreve a llamar a uno de sus coches como “La Bestia”, digamos que algo debe tener como para atreverse a usar semejante denominación. Y es por ello por lo que me propuse probar a fondo el Polestar 2 BST Edition 230, buscando así descubrir si estamos realmente ante esa berlina de altas prestaciones que, desde un enfoque muy distinto al habitual, es capaz de plantar cara al mismísimo M3.
Cuando el motor no es lo único que define a un coche deportivo
El Polestar 2 BST Edition 230 debemos entenderlo como una declaración de intenciones de qué es Polestar, cuál es su visión del coche deportivo y de cómo desmontar algún que otro mito en relación al coche eléctrico, empezando sin duda por ese error tan común de usar únicamente la cilindrada o potencia de un coche para determinar su deportividad.
Polestar 2
Nacida bajo el paraguas de Volvo y atesorando mucha experiencia en lo que a puesta a punto de chasis se refiere, Polestar se ha independizado para ofrecer una visión diferente del coche eléctrico en el mercado, pero sin que ello haya supuesto renunciar a esa firma de la casa a la hora de dar vida a un chasis.
Y es que sí, esta berlina de Polestar presume de unos mareantes 476 CV y 680 Nm fruto de usar un motor eléctrico en cada eje, pero si aprecias la verdadera deportividad, a poco que conduces esta “bestia” te das cuenta de que sus prestaciones son lo menos relevante del conjunto, dando prioridad a unas sensaciones donde sólo podemos echar en falta un sonido de escape.
Con el punto de mira puesto en coches como el BMW M3, el Mercedes-AMG C 63 o el Audi RS5 Sportback, en Polestar han creado un chasis que me atrevo a catalogar como uno de los mejores que podemos encontrar en su segmento. Obviamente sé lo que estoy diciendo, pues he podido probar los cuatro modelos y no tengo duda alguna en realizar semejante afirmación.
Para conseguirlo, en esta versión BST Edition 230 nos encontramos con una amortiguación regulable Öhlins con válvula DFV, muelles más rígidos y cortos (-25 mm), estabilizadora delantera más firme, frenos Brembo y unos neumáticos Pirelli Pzero específicos montados sobre llantas de 21”. A ello se añade una calibración de la dirección asistida y los controles electrónicos que es también específica, dando como resultado un verdadero misil balístico para devorar curvas como si no hubiese un mañana.
He podido conducir este Polestar 2 BST por diferentes escenarios, sobre firmes muy distintos, y en todos ellos me ha sorprendido su comportamiento por la precisión que ofrece, el aplomo en cualquier radio de curva y el nivel de confianza que transmite al buscar hasta el último de sus límites, algo que además sorprende sobremanera al ser este un coche que coquetea con las 2,2 toneladas por culpa de la enorme batería de 82 kWh que instala.
Con 22 posiciones de regulación diferentes para los amortiguadores, conseguir el tarado ideal para cada estilo de conducción es bastante sencillo, si bien para su regulación tendremos que acudir siempre a las botellas independientes que se han instalado bajo el capó delantero. Y aunque posiblemente sea el buen trabajo de las suspensiones lo que más me ha gustado de este BST 230, no quería pasar por alto el exquisito tacto que ofrece su sistema de frenos, siendo de los mejores que conocido en un eléctrico, y el “feeling” que ofrece su dirección, brindando al conductor mucha información del tren delantero y una elevada precisión en cada mínimo movimiento que le demandamos.
Obviamente no todo iba a ser perfecto en este coche, pues más allá del precio que exige hacerse con uno de estos Polestar 2 BST Edition 230 (83.900 euros), el único defecto que se le puede achacar a este coche es que dada su condición de eléctrico y la escasa infraestructura de carga realmente rápida que existe en España, con un consumo que rara vez veremos por debajo de los 22 kWh/100 Km, su autonomía puede llegar a ser un handicap pese a los hasta 205 kW de potencia a los que puede cargar sus baterías este coche. Este problema de consumos es igual o incluso peor en sus rivales, pero al emplear éstos gasolina en sus motores, con visitar cualquier surtidor queda solucionado.
En definitiva, Polestar ha conseguido quizá lo más difícil de todo con este coche, y es demostrar que la deportividad no está solo en los motores y que, pese a los muchos prejuicios que sufre el vehículo eléctrico, éste puede ofrecer mucho, pero que mucho, disfrute al volante.