Está bien, es cierto, no es la forma más barata de hacernos con un SUV coupé, ya que el Volkswagen Taigo se encarga de ofrecer dicha opción, pero sí creo firmemente que es la más lógica -dentro de lo ilógico que supone catalogar de coupé a un SUV de cinco puertas, aunque de eso os hablaré más adelante-. Y es que, hasta la fecha, la única opción para poder acceder a estas curiosas creaciones era por medio de un alto desembolso a través de modelos como el Mercedes-Benz GLE Coupé o el BMW X6, pero Renault ha querido cambiar las reglas del juego con el Renault Arkana. He estado conviviendo con la variante e-Tech Hybrid de 145 CV para responder a dos preguntas: ¿Es realmente una compra lógica este tipo de carrocería? ¿Merece más la pena el Arkana híbrido que un SUV convencional diésel? Vamos a descubrirlo.
Las marcas no son tontas, y saben perfectamente qué quiere el mercado y lo más importante, saben cómo alentarlo y explotarlo. Así nace el innecesario SUV coupé, un tipo de coche más estilizado, aerodinámico y refinado pero no más práctico que un SUV convencional. El Renault Arkana no es una excepción, aunque dentro de su terreno cuenta con ciertos aspectos que vale la pena resaltar.
Más bonito que un Captur pero no más práctico
Renault Arkana
Lo sé, la belleza es completamente subjetiva, y un coche nos podrá gustar más o menos tal y como ya han manifestado muchos al modificar ligeramente el nombre del Renault Arkana tras cambiar la letra «n» por la letra «d». Ustedes mismos. Personalmente creo que es un coche atractivo y equilibrado en volumen; no hay una desproporción exagerada, y la fuerte caída del pilar C consigue crear una estética armoniosa, además de ser la responsable de crear lo que se conoce como SUV coupé.
El frontal es puramente «Captur», es decir, lo hereda directamente de su hermano de gama, dejando leves diferencias en el parachoques. Pero es en el lateral y en la zaga donde encontramos toda la chicha del Arkana, asentándose unas llantas de 18 pulgadas negras, una limpieza general sin grandes líneas de tensión y la ya mencionada agresiva caída del pilar C para dar cabida a ese concepto de SUV coupé.
Es así cómo el voluminoso portón del maletero se convierte en protagonista indiscutible de la mano de una firma lumínica fina, alargada y unida, del nombre «Arkana» situado en el centro y, cómo no, las dichosas e innecesarias salidas de escape falsas, que ocupan, por supuesto, su espacio en las 6 cosas que no aguantamos del coche moderno.
En el habitáculo del Renault Arkana también experimentamos una clara sinergia por cortesía del Captur y Clio, quienes han cedido su interior al SUV coupé de la firma del rombo. El cuadro de mandos es digital y se incrusta en una pantalla de 10,25 pulgadas. Es resolutivo, muestra la información necesaria de manera clara, cambia de apariencia al modificar los modos de conducción pero no tiene demasiada personalización.
A este le acompaña una pantalla táctil en posición vertical de 9,2 pulgadas, al menos la que equipaba la unidad de pruebas, pero con la crisis de microchips puede suceder lo mismo que le ocurría al Renault Captur que probó David Artés hace no mucho. Sea como fuere, esta nos deleita con un comportamiento rápido y fluido, una disposición de los menús muy intuitiva, la posibilidad de conectar nuestro smartphone -aunque solo por cable- a través de Apple CarPlay o Android Auto y lo más importante, su complementación con mandos físicos.
Las ruletas de la climatización son botones reales de accionamiento sencillo y ajuste muy correcto, así como diferentes mandos para configurar parámetros del Arkana o diferentes funciones. Bien es cierto que el interior del SUV francés está recubierto de plástico duro y blando en cualquiera de sus resquicios, pero los ajustes que encontramos son altos y transmiten sensación de buen empaque.
Pero los defectos y su menor versatilidad frente al Captur empiezan a asomarse con la visibilidad trasera y el espacio en las plazas posteriores. El problema no es tanto el hueco que hay para las piernas, que es correcto, sino para la cabeza, que si somos medianamente altos sentiremos cierta claustrofobia al acercarnos mucho al techo. Y es que ahí radica uno de los principales problemas de los SUV coupé que, pese a su voluminosidad y diseño, no suelen ser más prácticos -o al menos en casi todos sus apartados- que las versiones SUV estándar, resultando cuanto menos innecesaria esta concepción por muy atractiva que me pueda resultar. Por cierto, la plaza central tampoco resalta especialmente con un respaldo duro y poca anchura.
No obstante, el maletero del Renault Arkana e-Tech, que cubica 480 litros frente a los 533 de las versiones de combustión puras y duras, resulta bastante práctico pese a perder capacidad por la ubicación de la batería. Su boca de carga es completamente plana, el espacio en altura es generoso y también en profundidad. Y pese a tener una configuración de SUV coupé, declara más espacio que el Captur e-Tech de misma mecánica, el cual ofrece 305 litros.
Una dinámica correcta pero no deportiva como sugiere el diseño del Renault Arkana
La estética de un SUV coupé es, por norma general, sugerente. Sugerente en el sentido de esperar un comportamiento deportivo y algo picante debido a su más estilizada silueta. Pero, tal y como sucede en otros ámbitos de la vida, las apariencias engañan. No, el Renault Arkana no es un coche deportivo, pero no por ello es un mal vehículo.
Antes de entrar en materia de dinámica, permitid que os presente a su esquema mecánico. La variante híbrida del SUV de Renault se encuentra conformada por un motor de combustión de cuatro cilindros atmosférico de 94 CV que, tras la adición de dos propulsores eléctricos, nos encontramos con una potencia total de 145 CV. Su gestión se lleva a cabo por un sistema de variador continuo, fiable como pocos pero de comportamiento muy discutible.
En ciudad, donde el Arkana e-Tech cobra más sentido, son los motores eléctricos los que cobran absoluto protagonismo al encargarse en prácticamente todo momento de moverlo. Esto se traduce en una conducción suave, silenciosa y muy agradable, redondeándose con unos consumos irrisorios de 4,8 litros/100 km en mi recorrido urbano. La experiencia realmente se ve lastrada por una visibilidad posterior escueta, un ángulo de giro bastante limitado y por sus dimensiones que, sin ser estridentes, dan lugar a que sean más lógicos el Captur o el Clio e-Tech si su uso va a ser fundamentalmente en ciudad.
Además, y en parte por su concepto de SUV coupé, Renault ha optado por dotar al Arkana con un tarado de suspensión duro y seco, transmitiendo con diligencia los rotos del asfalto y dejando un menor confort a la hora de callejear. Bien es cierto que en carretera este grado de dureza ayuda a ofrecer un buen paso por curva y reducir los balanceos de la carrocería, pero en autopista volvemos a encontrarnos con un nivel de comodidad -sin ser insoportable- impropio de un vehículo sin ningún tipo de pretensión deportiva.
Y ya prosiguiendo con el comportamiento del Arkana en dicho terreno, me he topado con un vehículo agradable para cubrir largas kilometradas gracias a unos asientos mullidos, la última tecnología y consumos realmente bajos, dejando una media de 6,1 litros/100 km. No obstante, cuando realizamos adelantamientos o incorporaciones nos sorprenderá una respuesta mermada por culpa de la ausencia de caja de cambios al uso, revolucionando el motor en exceso sin recibir un diligente torrente de potencia, además de transmitir al habitáculo bastante ruido.
Más allá, el Renault Arkana deja claro que no es un SUV deportivo -pese a tener un buen paso por curva- debido a una dirección de dureza variable pero que no transmite lo que sucede en el asfalto ni que tampoco luce por ser directa pese a contar con un peso correcto. Entonces, ¿es el Renault Arkana e-Tech un mal coche?
Es una compra (i)lógica
No, el Renault Arkana no es un mal coche, pero dejad que explique el por qué de que lo catalogue como lógico e ilógico. Por una parte, el SUV francés me parece una compra lógica porque podemos acceder al segmento de los SUV coupé por un precio no descabellado, concretamente por 25.097 euros; contamos con un diseño que, bajo mi criterio, es bastante más atractivo que el de cualquier SUV convencional y Renault nos ofrece una generosa carga tecnológica, unos materiales más que correctos y un vehículo con consumos ridículos.
Entonces, ¿por qué es ilógico también? Porque realmente no es un coche más práctico que algunos modelos de la firma del rombo, cuenta con una suspensión dura sin ser en ningún momento un vehículo deportivo y con un diseño bonito y más aerodinámico pero que no justifica, por ejemplo, que lo escojamos antes que un Captur equivalente con consumos prácticamente idénticos. Además de que por concepto no me parece un coche sumamente apropiado para ciudad pero sí por mecánica, siendo así más lógico optar por un Clio e-Tech para cumplir con el cometido de cubrir la urbe.
Volviendo al primer párrafo de este artículo, ¿merece más la pena que un SUV equivalente diésel? Depende del uso que le vayamos a dar y los kilómetros que vayamos a cubrir. En ciudad será donde más destaque su mecánica, batiendo a cualquier diésel, y en autopista realmente perderá por poco, lo que se compensa con la etiqueta ECO de la DGT y todas las ventajas que esta implica.
No, El Renault Arkana no es un mal coche, pero debemos tener en cuenta cuánto nos compensa enfrascarnos en un segmento no muy coherente como es el de lo SUV coupé, que tiene ciertas limitaciones frente a un SUV convencional.