Poseer un coche que nadie más en el mundo podrá tener. Resumiendo mucho el concepto, esta podría ser la definición exacta de qué es un coche One-Off y de por qué esta fórmula está cosechando tanto éxito en los últimos años. Sin embargo hoy queremos ahondar un poco más en esta idea, descubriendo qué se esconde realmente tras un coche único e irrepetible, cuál es su verdadera razón de ser y por qué el futuro del automóvil de lujo está ligado para siempre a esta carísima – aunque muy rentable – forma de fabricar coches.
Lo primero que debemos tener presente es que la idea del One-Off es tan antigua como el propio automóvil, pues precisamente el origen del automóvil como producto industrial nace al amparo de trabajos artesanales que muy pocas personas podían permitirse. Cada coche fabricado tenía nombre y apellidos desde su concepción, siendo personalizado hasta el último detalle de por aquel entonces, que no eran tantos como ahora, pero sí distinguiendo de forma clara cada creación llevada a cabo, dando así vida a coches que eran y siguen siendo considerados como obras de arte.
La democratización del automóvil como producto de masas, llevó a esta forma de entender el automovilismo a ser un producto todavía más de nicho, pues si bien sus precios siempre han sido muy elevados, la rentabilidad como negocio nunca había sido su gran fuerte. Debemos tener en cuenta que hablamos de piezas fabricadas de forma artesanal, que requieren de muchas horas de trabajo especializado, que emplea materia prima de primerísima calidad y cuya producción, con suerte, lo mismo llega a varias decenas de unidades al año.
Este oficio ha sido defendido durante décadas por los denominados como carroceros, muchos de ellos ya extinguidos, aunque manteniéndose aún con vida ilustres como pueden ser Pininfarina, Zagato, Giugiaro (GFG), Italdesign, Carrozzeria Touring Superleggera, Mulliner, etc. Hablamos de estudios de diseño y fabricación artesanal que, a partir de un chasis cedido por un fabricante automovilístico, acometen el carrozado del vehículo, ofreciendo además en algunos casos la posibilidad de rediseñar el interior. Estos estudios responden así a todos esos clientes que buscan el summum de la exclusividad y la personalización en términos automovilísticos, un grado de exclusividad que los constructores de coches con sus líneas de producción en serie no son capaces de alcanzar.
Sin embargo, desde finales de los años ‘90 algunos fabricantes de coches comenzaron a darse cuenta de que, en este mercado tan sumamente exclusivo, había una oportunidad de negocio que no estaban aprovechando, pues la posibilidad de fabricar carísimas piezas de colección a partir de sus chasis y mecánicas estaba siendo rentabilizada por empresas totalmente externas.
Y es ahí donde todo cambia, comenzando una vorágine de cambios internos en las grandes marcas de lujo para poder acometer proyectos donde el propio constructor ya sí que era capaz de fabricar coches a medida sin recurrir a colaboradores externos, ya fuese en series muy limitadas o en formato One-Off. Todo ello, llevado hasta nuestros días, ha permitido que en una marca como Ferrari, a todas luces la que más provecho está sacando de esta idea, existan hasta tres divisiones diferentes en materia de exclusividad: Tailor Made, Icona y Special Projects.
Pero este nicho de mercado no es coto exclusivo de Ferrari, pues si observamos a su competencia nos encontramos con programas de personalización creados con el mismo objetivo: Lamborghini Ad Personam, Bugatti Sur Mesure, Pagani Grandi Complicazioni, Porsche Exclusive Manufaktur, Rolls-Royce Bespoke y Coachbuild, Bentley Mulliner, McLaren Special Operations, Q by Aston Martin…
Estas divisiones además han sabido encontrar un filón enorme en el homenaje a su pasado más evocador, especialmente si existe algún vínculo con la competición o la historia de la propia marca, entendiendo así el éxito de lanzamientos como el Ferrari Daytona SP3, el Bugatti Centodieci, el Lamborghini Countach LPI 800-4 o el más reciente Alfa Romeo 33 Stradale.
Todo comprador que quiera acceder a estas divisiones no sólo deberá tener el poderío económico necesario para pagar la factura final, sino que además deberá ser un “buen” cliente, entendiéndose esto como el cumplimiento de ciertos requisitos por parte del fabricante para permitirle la compra. Y es que todas las firmas estudian a cada posible cliente en función de su vinculación a la marca, su comportamiento como comprador, su imagen, etc. pues cada firma vela, y cada vez con más celo, por el destino de sus piezas más especiales y deseadas.
Una vez pasados los filtros pertinentes, el comprador tiene ante sí un proceso que puede llevar entre dos y cuatro años hasta tener el coche en su poder. Recordemos que por regla general estos proyectos son desconocidos para el gran público hasta el momento de su presentación oficial, sin embargo todos ellos se presentan con el cartel de “todo vendido”, y es que desde que se inicia el desarrollo de cada nuevo modelo de carácter único, el fabricante se pone en contacto con sus mejores clientes para ofrecerles la posibilidad de compra, aprovechando el tiempo restante para brindarles un proceso de diseño y personalización totalmente individualizado que acompañe la propia evolución del coche desde que nace en un boceto hasta que es finalmente fabricado.
El frenesí de esta forma de entender el automóvil de lujo ha llevado a que, en estos momentos, no haya marca de lujo que no quiera tener su propio portfolio de coches ultraexclusivos. Es por ello por lo que en los últimos años hemos visto un verdadero aluvión de lanzamientos en este sentido, descubriendo que todos los fabricantes mencionados anteriormente han lanzado uno o varios modelos en serie muy limitada, además de sus propios One-Off.
Dado el nivel de exclusividad del que tratamos, los precios que acompañan a estas piezas sólo pueden catalogarse como estratosféricos, midiéndose en millones o decenas de millones de euros, superando récords de precio con cada nuevo lanzamiento que es presentado. De hecho, la pugna entre los modelos nuevos más caros está ahora entre Bugatti, Pagani y Rolls-Royce, acompañándose además de una revalorización asegurada y muy lucrativa, pues rara es la unidad de este tipo que no cambia de manos sin incrementar considerablemente su precio original.
