La industria del automóvil está comandada por fabricantes cuya andadura, en muchos casos, supera o se acerca a los cien años de actividad. Están fuertemente asentadas en todos los campos, lo que hace sumamente complicado para nuevas empresas que quieren actuar en este sector, encontrar la manera de ser rentables y establecerse, ya no entre los principales nombres de la industria, si no simplemente en mantener una actividad mínima con la que sobrevivir.
Tras la disruptiva Tesla muchos han sido los fabricantes o start-ups que de un modo otro han intentado seguir la misma estela que la empresa comandada por Elon Musk, pereciendo en el intento o alargando una agonía que pocas veces tiene solución.
Casi al mismo tiempo que Tesla y también desde Estados Unidos, Fisker Automotive empezó por primera vez su actividad en 2007. Por entonces, consiguió poner en producción el Fisker Karma, un híbrido enchufable de altos vuelos que, incluso, se ha podido llegar a ver por según qué zonas del panorama español rondando en carrera. A pesar de ello, la empresa cesó su actividad en 2017 ante la falta de solvencia.
Lejos de escarmentar, su CEO, Henrik Fisker, un conocido diseñador de coches, logró volver a poner en funcionamiento una marca con su nombre en 2016: Fisker Inc. El primer modelo que llegó a las calles de esta nueva era del fabricante fue el Fisker Ocean, un D-SUV que fue anunciado por primera vez en 2020 y que se tomó un plazo de nada menos que cuatro años hasta que pudo dar comienzo, con prisas, a una errática producción. Esto originó que el modelo llegase a manos de sus propietarios todavía con muchos detalles por pulir, especialmente en el apartado del software y el funcionamiento de muchos de sus sistemas.
Para cuando estas críticas empezaron a aflorar, la marca tenía todavía decenas de miles de reservas pendientes de dar entrega, ante lo que muchos compradores, casi en masa, empezaron a cancelar sus pedidos, provocando un descenso en su previsión de ingresos y aumentando la situación de inestabilidad que ya venía afrontando en el frente económico.
Para entonces, la marca ya tenía bajo proyecto varios planes más. Entre ellos un coche de precio más bajo que el Ocean, una pick-up y un deportivo convertible. Futuros modelos que nunca llegarían a ver la luz, ya que en junio de este mismo 2024, Fisker tenía que volver a declara en quiebra su empresa.
Claves recientes sobre la historia de Fisker
- Consiguió poner en producción el Fisker Ocean por menos de 40.000 dólares
- Llegó a entregar varias unidades en Europa
- Según ellos mismos, llegó a tener 50.000 reservas del Ocean
- Para lidiar con las pérdidas, Henrik Fiske puso su mansión de Los Ángeles a la venta por 35 millones de dólares
El problemático cierre de la sede de Fisker en California
La segunda etapa de Fisker fue muy corta y tan convulsa y desordenada como han quedado las oficinas que daban forma a su sede central, sita en la ciudad de La Palma, en el estado de California, Estados Unidos.
Las imágenes han trascendido después de que la empresa propietaria de las instalaciones, Shamrock Properties, haya interceptado una demanda para el que era desde 2022 su inquilino a causa del estado en el que ha dejado las oficinas.
Tal y como señala Carscoops, quienes se basan en un artículo lanzado en primera instancia por Autonews, el edificio hasta en el que semanas atrás se encontraba operando Fisker, parece sufrió un saqueo en toda regla. Comenta en unas declaraciones efectuadas en la denuncia: «Fui testigo de cómo la gente se apresuraba a sacar cosas del edificio y a cargar vehículos con diversos artículos. No tengo ni idea de quiénes eran, si empleados de Fisker, (…) o amigos de unos u otros. La gente tiraba escombros por todas partes, se llevaban herramientas, ordenadores, piezas de automóviles y demás, y luego volvían a por otra carga».
Además de las molestias inherentes al estado de un inmueble tras pasar por una situación de este tipo, se suma que Fisker ha dejado en el aparcamiento del mismo varios coches (no se especifica cantidad ni modelos), varios paquetes de baterías de coches eléctricos que necesitan de un reciclado y tratado especial, así como también, curiosamente, dos maquetas de arcilla a escala real de los que iban a ser los futuros Fisker Alaska y Ronin, la pick-up el deportivo, respectivamente.
Todo lo anterior implica que, para volver a dejar el edificio en estado operativo, la empresa propietaria tendrá que enfrentarse a un gasto de varias decenas de miles de dólares para reacondicionarlo, en lo que se antoja especialmente crítico el tratamiento de residuos y el reciclaje de los 20 paquete de baterías hallados.