En Diariomotor somos fans de los coches pasionales y diferentes. Coches como el Dodge Viper de primera generación, del que me declaro fan irremediable. El deportivo estadounidense fue presentado en el año 1991 y se vendió oficialmente hasta el año 2017, cuando cesó su producción a causa de sus bajas ventas, motivadas en parte por el crecimiento sostenido de su precio. Este artículo va sobre el Dodge Viper de primera generación, un coche del que se llegó a decir que el 30% de sus accidentes ocurrían en el día que su dueño lo sacaba del concesionario.
Con toda seguridad es una leyenda urbana, pero todas las leyendas urbanas están ancladas en la realidad hasta cierto punto. Y la realidad es que en el año 2000, el IIHS estadounidense reveló que los Dodge Viper de los años 1997 a 1999 costaron a las aseguradoras una siete veces más por siniestro que la media del mercado – algo realmente llamativo en un coche cuyo precio no era excesivo, estando en el entorno de los 70.000 dólares. Eran coches con una reputación peligrosa e impredecible, y Road & Track se propuso explicarnos por qué en un reportaje.
Para ello, hablaron con Bob Lutz – el legendario directivo estadounidense, responsable del proyecto en su era Chrysler – y Bob Woodhouse, cuyo concesionario fue el primero del país en ventas de Viper durante muchos años. Dos personas que conocían el primer Viper como la palma de su mano. Según estas dos personas tan importantes en la historia del Viper, por estos cinco motivos la víbora de Detroit era un coche con una reputación tan peligrosa. Simple y llanamente, el mundo no estaba preparado para un coche tan extremo.
1) El tremendo par motor de su propulsor 8.0 V10
La potencia del motor 8.0 V10 del Dodge Viper era de 400 CV. Una potencia elevada de la que impresionaba aún más su par motor: 630 Nm a solo 3.600 rpm. Un pisotón a fondo a sólamente 2.000 rpm era suficiente para que las ruedas traseras perdiesen tracción, incluso en marchas largas. Los trompos estaban a la orden del día y eran muy inesperados, especialmente en condiciones de baja adherencia. El periodista británico Johnny Smith comprobó esto en sus propias carnes con un coche de tercera generación, coche que aún en el año 2005 carecía de control de estabilidad.
2) Tacos de motor muy blandos
Esto no debería ser un problema dinámico, pero dejad que lleguemos a ello. Para reducir las enormes vibraciones de su motor y compensar sus movimientos bajo aceleración, Dodge montó tacos de motor blandos. Bajo aceleración fuerte el pomo de la palanca de cambios podía desplazarse hasta 2,5 centímetros de su eje central, y no era del todo extraño hacer un tercera-segunda cuando se quería hacer un tercera-cuarta. Además del posible riesgo de revolucionar en exceso el motor, la maniobra solía culminar en un bloqueo de ruedas traseras y un trompo.
3) Neumáticos demasiado anchos
Cuando el Dodge Viper se puso a la venta en 1991, la tecnología de los neumáticos no había evolucionado tanto como hoy en día. Los neumáticos traseros del Dodge Viper eran los más anchos a la venta en el mercado, con 335 mm de sección. Cuando estaban fríos eran como los neumáticos de un monopatín, según Bob Woodhouse. No tenían ningún tipo de agarre, y provocaban pérdidas de tracción y de control solo con insinuaciones algo más marcadas de lo normal del acelerador. Los Dodge Viper jamás equiparon un sistema de tracción integral, ni cambio automático.
4) El beso de fuego de sus escapes laterales
Los primeros Viper tenían dos grandes tubos de escape, y sus gases emanaban del vehículo por su lateral, justo por detrás de los asientos delanteros. El ingeniero jefe afirmaba que era imposible que el escape incendiase la ropa de los ocupantes, pero durante una sesión de pruebas, sus pantalones de nylon se le quemaron al bajar del coche – literalmente, se prendieron fuego al contacto con el escape. Dodge trató de mejorar aún más el aislamiento de los escapes, pero incluso en el coche de producción eran habituales las quemaduras y marcas en las piernas de ocupantes desprevenidos.
5) No tenía ABS
En el año 1991 el ABS no era un elemento de equipamiento exclusivo o exótico. Ya era de serie en muchos coches generalistas, y en EE.UU. era aún más común que en Europa. Diseñado como coche visceral y purista, la víbora de Detroit no equipó ABS en su primera generación. Para contrarrestar su ausencia y no provocar sobrevirajes, los ingenieros lo dotaron de enormes frenos delanteros, un potente servofreno y una distribución de frenado más favorable al eje delantero. El coche no destacaba por su potencia de frenado y para más inri, destrozaba sus neumáticos delanteros, llenándolos de «planos».
Fotos del Dodge Viper de primera generación