El filtro antipartículas o FAP, también conocido como DPF por sus siglas en inglés (Diesel Particle Filter), es uno de los sistemas anticontaminación más extendidos en los motores diésel junto a la válvula EGR, y también el enemigo número uno de los mismos dado que se trata de un elemento que se cuela entre las averías más frecuentes de este tipo de propulsores. Por tanto, forzar la regeneración o limpieza del mismo es fundamental de cara a prevenir posibles problemas y el coste de sustituirlo.
Para evitar posibles averías, fuerza tu mismo la regeneración del FAP
De forma muy simple, podemos definir un FAP como un depósito en el que se atrapan todas las partículas residuales que resultan del proceso de la combustión, las cuales tienen un tamaño muy pequeño (entre 0,01 y 0,001 mm, o incluso menos), de forma que cuando la centralita detecta que ese filtro está lleno (la presión a la entrada es considerablemente mayor que a la salida) se lleva a cabo un proceso de regeneración en el que son incineradas para eliminarlas, siendo este el motivo por el que el filtro antipartículas normalmente se localiza lo más cerca posible del motor, incluso compartiendo carcasa con el catalizador.
Ahora bien, existen dos tipos de regeneraciones. Comenzamos por la llamada regeneración activa, que es la que se realiza cuando la ECU detecta que ese filtro está casi obturado. Para ello inyecta una mayor cantidad de gasóleo, de forma que la temperatura de los gases de escape sea considerablemente elevada durante cierto tiempo (10 – 20 minutos). Mientras que se lleva a cabo ese proceso el sistema Start/Stop no funcionará con el objetivo de no interrumpirlo, de la misma forma que no recomendable que tú lo detengas parando el motor. No obstante, el coche intentará completarlo en repetidas ocasiones.
Pero, ¿cuál es el problema? ¿Por qué es tan temida/frecuente su avería? Todo es el resultado de un cúmulo de circunstancias que básicamente se resumen en una conducción urbana de cortos trayectos y en una conducción demasiado sosegada. Así pues, en esas circunstancias los gases de escape no alcanzarán la suficiente temperatura para ir quemando progresivamente las partículas almacenadas, pero es que cuando se esté llevando a cabo una regeneración activa estaremos interrumpiendo ese proceso por sólo realizar pequeños desplazamiento. Para colmo, si con nuestro diésel circulamos a muy bajas revoluciones, algo típico de una conducción urbana y/o ultra ahorradora, ni se conseguirá esa temperatura, y estaremos produciendo aún más cantidad de hollín o carbonilla que, además de obstruir aún más rápido el FAP, también provocará averías en la EGR o en el colector de admisión.
Por tanto, regenerar por nosotros mismo ese filtro antipartículas, lo que viene siendo una regeneración pasiva, es algo recomendable si nuestro perfil de conducción encaja con el anteriormente descrito (o incluso si no lo hace), evitando así que el FAP se obstruya y todo lo que ello acarrea. Así pues, lo único que debes hacer es circular durante unos 20 minutos entre 2.000 y 3.000 rpm de forma sostenida, lo que es tan fácil como salir a autopista o autovía, reducir un par de velocidades y listo.
Por otro lado, hay quienes optan por seguir el camino más corto y evidente, que no es otro que eliminar este dispositivo, para lo que se suele abrir y vaciarlo, realizando el correspondiente ajuste electrónico para que no detecte la centralita ningún error. Aunque esto evita todos los problemas por un coste relativamente bajo, debes saber que es totalmente ilegal, y que por tanto, no deberías hacerlo. Además, si en la ITV detectan esta manipulación no la superarás.
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