Los resaltos, junto a los parquímetros y las restricciones al tráfico por episodios de alta contaminación, están muy probablemente entre los elementos que más irritan a los conductores. Hay resaltos de todos los tipos y tamaños, bandas estrechas que cruzan la carretera, que si las pasas a gran velocidad, o con un coche de suspensiones duras, harán que un doloroso latigazo recorra tu cuerpo. Hay resaltos tan altos que son abrillantados a diario por los coches que rozan en ellos con sus bajos. El fin de los resaltos es el de disuadir al conductor de circular rápido, de ahí que también sean conocidos como reductores de velocidad, y son análogos a los pasos de peatones elevados, que quizás sean los que más abunden en las carreteras españolas. Reino Unido se ha propuesto acabar con ellos, pero no por la misma razón que tú eliminarías los resaltos de las calles de tu barrio. ¿Por qué quiere acabar Reino Unido con los resaltos?
Los resaltos acarrean multitud de problemas, el más evidente, el de acabar con el confort de los conductores y sus pasajeros. Los resaltos además siempre son incómodos, independientemente de que pases más rápido, o despacio, sobre ellos. Los resaltos generan, a la larga, daños y un estrés innecesario en algunos componentes de tu coche, como ya os contábamos en este artículo, siendo causantes incluso de algunas posibles averías en neumáticos y amortiguadores. Los resaltos también incomodan a aquellos que no conducen, a peatones y pasajeros, porque aumentan el ruido generado por los vehículos.
Pero ahora Reino Unido quiere eliminar los resaltos con otro objetivo, el de reducir la contaminación en sus ciudades. ¿Pero por qué incrementan la contaminación los resaltos?
sino porque contribuyen a aumentar las emisiones del tráfico rodado
La primera razón, y la más obvia, es aquella que nos lleva a pensar que circular más despacio no siempre significa consumir menos combustible, o emitir menos contaminantes a la atmósfera. Los resaltos generalmente obligan al conductor a frenar, en ocasiones incluso a velocidades muy inferiores a las del límite máximo de esa calle, de manera que tras superar el resalto el conductor de nuevo acelera, hasta llegar al siguiente.
En Reino Unido incluso se han llevado a cabo algunos estudios o, mejor dicho, experimentos puntuales, para demostrar que los resaltos tienen como consecuencia el incremento de las emisiones de los coches. La Automobile Association, por ejemplo, realizó en una prueba con la que demostró que el consumo del coche en vías con resaltos se disparaba un 47% con un límite de 30 mph (48,3 km/h) y un 41% con un límite de 20 mph (32,2 km/h).
Si bien es cierto, este experimento se realizó con un sistema de medición de consumo de combustible calibrado, con el que se pueden estimar los consumos, y las emisiones de CO2, y no un dispositivo que midiera las emisiones del contaminante que más nos preocupa actualmente, y que más preocupa a las autoridades británicas, el NOx.
Los resaltos están en el nuevo plan del Reino Unido para mejorar la calidad del aire, y reducir las emisiones de NOx. El mismo plan que pretende prohibir la venta de coches con motor de combustión interna en 2040 y que impondrá infinidad de restricciones a los coches más contaminantes, especialmente a los diésel.
Un plan que ha previsto una dotación presupuestaria superior a los 3.000 millones de euros para atajar el problema, de los cuales cerca de 300 millones irán destinados a los ayuntamientos británicos para llevar a cabo medidas que atenúen las emisiones. Medidas que pasarán, por ejemplo, por mejorar los transportes públicos, con nuevas flotas de autobuses.
Medidas como eliminar semáforos o ajustar su transición entre modos para optimizar el tráfico y sus emisiones, o incluso buscar un nuevo diseño de carriles y calles. Y medidas como la que acabamos de mencionar, la eliminación de los resaltos.