El mundo ha cambiado mucho, pero muchísimo, desde que salieron al mercado tanto el Renault 4 (no confundir con el 4CV, del cual ya hablamos aquí) como el Renault 5, lanzado una década más tarde. Aún así, y aún siendo tan, tan diferentes, existe una serie de paralelismos entre aquellos modelos y los nuevos 4 y 5 eléctricos que vemos en el Salón de París.
Dos clásicos reinterpretados en un mundo muy diferente al de los originales
Empecemos con los clásicos, cronológicamente empezando por el Renault 4. Este coche nacía originalmente para surcar toca clase de caminos dado que en Francia no todas las carreteras estaban asfaltadas y algunas eran auténticos patatales (mismo motivo por el cual el Citroën 2CV tenía el recorrido de suspensión que tenía). Su bastidor semiindependiente y su desigual distancia entre ejes fueron algunas de las señas de identidad de un coche duradero, resistente y de mantenimiento económico que se produjo durante nada menos que tres décadas, entre 1961 y 1992.
Utilizando la misma base del 4 pero para un público más joven se crearía el 5, optimizando el espacio y el reparto de peso como ya había hecho el Mini original tiempo atrás. Tanto el 4 como el 5, fuera en campo o en ciudades, alcanzaron el éxito en España que todavía recordamos con cariño a día de hoy, además de haber sido ambos coches productos patrios, pues se fabricaban en la planta de Valladolid, una planta que sigue siendo clave para el Grupo Renault a día de hoy.
Como bien escribía nuestro director editorial David Villarreal, los Renault 4 y 5 nuevos no van a marcar una época como lo hicieron sus antecesores. Han sido desplegados en un mundo donde las carreteras ya están asfaltadas y, aunque quizás no sean tan baratos de mantener, por lo general la mayoría de los coches tienen un mantenimiento sencillo comparado con como eran en los años sesenta y setenta. En su lugar, estos dos (más bien tres, como los mosqueteros) tienen otra misión.
La misión no es otra que la de, utilizando la nostalgia como arma para el eje emocional vital para las compras de los clientes, facilitar la electrificación. Una necesidad diferente a la movilidad en entornos rurales del Renault 4, pues ahora la necesidad es descarbonizar la movilidad para reducir las emisiones de CO2. Quizás es una que la ciudadanía no siente tanto en el día a día, no tanto como las propias marcas que necesitan llegar a los objetivos impuestos por la Unión Europea.
Los papeles de los Renault 4 y 5, invertidos en cierto modo
En este caso, las tornas se han invertido. Originalmente, era el Renault 5 el que partía de la base del duradero 4 (recordemos que incluso se vio al 4 en el Dakar y en el Mundial de Rallyes, donde también logró éxitos el Maxi 5) para crear un producto diferente, más enfocado a los jóvenes y no tanto a la vida rural o a la practicidad. Ahora es el Renault 5 el que ha abierto esta nueva era nostálgica para una electrificación más asequible en una Europa en la que la media de los coches eléctricos supera la barrera de los 60.000 € según Dataforce.
Así pues, del compacto Renault 5, cuya prueba con muy buenas sensaciones dinámicas puedes leer aquí realizada por Sergio Álvarez, sale este nuevo Renault 4 con estética crossover. Incluso cuenta con una versión Fl4wer Power, que referencia al momento en el que se hizo popular, más todoterreno todavía con 15 milímetros extra de altura libre al suelo. Eso sí, sin contar de momento con tracción total – ni falta que le hacía al original para desenvolverse campo a través. Y del 5, también salió otro icono…
…y es aquí donde entra en juego el tercer integrante: el Twingo. El que surgió originalmente con la mecánica del modelo original como un coche urbano barato, reemplazando en la cadena de montaje de Valladolid al propio 4. Un coche que se volvió icónico pronto por su estética simpática, su simpleza (comparable al SEAT Panda/Marbella), su consumo de mechero y otros factores. El Twingo maduraría en su segunda generación (incluso con versión R2 de rallyes) y tendría un concepto interesante en la tercera con motor y tracción trasera.
Pero ahora llega un Twingo distinto, con la silueta del original, con otra función en mente. De nuevo, la idea es ser un urbano barato, pero ahora conviviendo con los otros dos y en un contexto totalmente distinto. Una reinterpretación del concepto acorde a las necesidades, sea del ciudadano, de la marca o de las normativas, del momento. Quizás sea un acierto comercial tirar de nostalgia y nombres del pasado, o falta de originalidad, pero es algo que en realidad lleva sucediendo décadas en el mundo del motor.