Hace ya un tiempo, Volvo anunció que todos sus coches nuevos pasarían a estar limitados a una velocidad máxima de 180 km/h, una medida que levantó ciertas suspicacias y recelos, pero que ahora replicará uno de los grandes fabricantes europeos: Renault anuncia que todos sus nuevos modelos también estarán limitados, una medida que no será exclusiva de los coches de la marca del rombo.
Con una industria del automóvil que cada vez tiende en mayor medida a la racionalización, la velocidad máxima sigue siendo una asignatura pendiente para muchos fabricantes, que ven en este dato un potencial problema ya no sólo de eficiencia y peligrosidad, sino de imagen de cara a la «convivencia» con otros elementos de la carretera a la que se supone que el vehículo privado tiene que acostumbrarse.
Hace unos meses, el fabricante sueco Volvo lanzó la noticia: limitaría todos sus coches nuevos a 180 km/h con el fin de conseguir el objetivo de cero víctimas mortales a bordo de sus vehículos que tanto tiempo llevan persiguiendo. Ahora, la compañía liderada por Luca di Meo, Renault, anuncia que los nuevos Renault y Dacia que lleguen al mercado lo harán también limitados a 180 km/h de velocidad máxima. ¿Qué se persigue en realidad con esta medida?
Ningún Renault o Dacia pasará de 180 km/h
La medida es clara y contundente: todos los nuevos modelos que salgan al mercado a partir de ahora lo harán con una velocidad máxima limitada a 180 km/h, siendo el futuro Renault Mégane el primer vehículo de la compañía en contar con este sistema, un sistema que interactuará con el limitado inteligente de velocidad, de manera que en determinadas vías la velocidad máxima será incluso menor, llegando a limitarse a 160 km/h.
Con esta actuación se persiguen no uno, sino dos objetivos claramente identificables: el primero, tal y como hablábamos de Volvo, es el de limitar la siniestralidad en las carreteras, ya que 180 km/h suele ser la velocidad máxima a la que los asistentes de conducción autónoma y semi-autónoma pueden aún actuar e intervenir en una supuesta situación comprometida.
El segundo objetivo, sin embargo, es mucho más pragmático: la electrificación no se lleva bien con las altas velocidades, un hecho que se hace patente en los coches eléctricos que ya podemos conducir en la actualidad: la inmensa mayoría de ellos no superan los 160 km/h, de manera que la oficialización de la velocidad máxima de 180 km/h no es más que eso, un anuncio oficial de algo que, en la práctica, cada vez es más habitual.
Los coches eléctricos no conviven muy bien con la conducción sostenida a velocidades superiores a los 130 km/h, de manera que, independientemente de su potencia y capacidad, el consumo eléctrico suele dispararse de manera más que evidente por encima de los 120 km/h. Con esta medida anunciada por Renault, se elimina también el riesgo de que un usuario se quede sin batería a los pocos kilómetros de salir de su casa.