El Renault Twingo es de esos coches que atesoran una larga trayectoria y en el caso del urbano francés, ahora convertido en coche eléctrico, esa multitud de años ha sido sinónimo de unas cuantas ediciones especiales. Una de las más originales y extrañas, sin embargo, no fue obra de Renault: está firmada por Carrosserie Lecoq, quien dio vida a la versión más lujosa del Renault Twingo.
Cuando se habla del Renault Twingo más exclusivo y premium, es inevitable pensar en la versión Initiale París, que fue lanzada en 1999, exhibiendo su ‘savoir faire’ francés y convirtiéndose en el tope de gama del urbano francés. Sin embargo, hubo una edición más lujosa (todavía), más opulenta y menos conocida: el Renault Twingo Lecoq.
André Lecoq
Renault Twingo
Fue creado antes que el Renault Twingo Initiale Paris, pero no nació en las líneas de producción de Losange. Como su nombre indica, fue obra de Carrosserie Lecoq. Hablamos de la empresa creada por el carrocero y restaurador francés, André Lecoq. Conocido como el Chanel de la restauración de vehículos, es particularmente conocido por ese trabajo aplicado a modelos antiguos.
Esto no le impidió dar forma a una exclusiva tirada limitada del Renault Twingo: sólo se fabricaron cincuenta ejemplares entre 1995 y 1996. Era perfectamente reconocible por su carrocería bicolor, que combina el negro con otros tonos como el amarillo o el granate: Lecoq se inspiró en el Bugatti Royale, uno de los modelos más lujosos. Tampoco escatimaron gastos para algunos componentes: esta versión del urbano francés luce unas llantas específicas BBS.
Un coche para la ‘jet set’ de París
La mayor parte de los cambios se produjeron en el habitáculo. El Renault Twingo Lecoq estaba pensado para atraer a la gente que vivía en los barrios más exclusivos de París: aquellos a los que el aspecto de aquel urbano y, sobre todo, su sencillo interior no terminaba de conquistarles.
Para solucionarlo, se rediseñó la tapicería y se utilizó cuero para su revestimiento: casi cuatro años antes del lanzamiento del acabado Initiale París. También emplearon ese noble material en otros elementos como el fuelle de la palanca de cambios y el reposabrazos delantero. Los plásticos del salpicadero se pintaron en negro y añadieron diversas inserciones de madera: hoy puede que estén un poco en desuso, pero en ese momento formaban parte de las versiones más lujosas de las gamas. La placa dorada numerada le da un toque algo ‘kitsch’ al conjunto.
Bajo esa carrocería de dos tonos, el Renault Twingo Lecoq montaba el motor Cléon-Fonte: un 1.2 de cuatro cilindros que desarrollaba una potencia de 55 CV. Podía estar asociando a una caja de cambios manual clásica o al famoso embrague pilotado: no tenía pedal de embrague, pero sí una palanca tradicional en forma de ‘H’ con la que el conductor cambiaba de marchas. Un sistema, por cierto, que tuvo ciertos problemas de fiabilidad.
Dos unidades a la vista
La colección de Renault Classic posee un ejemplar del Renault Twingo Lecoq, pero cruzarse con alguna de las otras unidades restantes es complicado: razón por la que está considerado como todo un unicornio.
En la actualidad, dos de ellas están a la venta: la número 8 está en Motors Corner y la número trece en la propia Lecoq. Ninguna de ellas es barata porque aludiendo a su exclusividad piden 19.990 euros por la primera (que, además, tiene 45.000 kilómetros en el odómetro) y 25.000 euros por la segunda a pesar de sus 96.000 kilómetros recorridos.