Cada vez hay más oferta de coches eléctricos, y las marcas necesitan desesperadamente que los compremos para que puedan reducir su media de emisiones. Hace unos años comprar un coche eléctrico era una aventura arriesgada solo apta para los early adopters más valientes. Hoy en día el coche eléctrico está mucho mejor integrado, pese a que la infraestructura de carga en España aún es mejorable. Si estás pensando en comprarte un coche eléctrico, debes reflexionar y comprobar si cumples los cinco requisitos que te vamos a contar a continuación.
1) Poder asumir su precio (pero existe el renting y el Plan MOVES)
A día de hoy, los coches eléctricos siguen siendo más caros que los coches de combustión interna. Si comparamos precios de tarifa entre un coche eléctrico y su coche térmico equivalente, hay diferencias de precio de entre 6.000 y 12.000 euros a favor del último. No obstante, la llegada del Plan MOVES III y sus ayudas a la compra de coches eléctricos de hasta 7.700 euros han cambiado las tornas. Ahora es posible comprar un Mercedes EQA por el precio de un Mercedes GLA o comprar un Volkswagen ID.4 por el precio de un Volkswagen Tiguan.
Recuerda que existe también la fórmula del renting. Por una cuota mensual – muy bonificada actualmente por las promociones de lanzamiento de muchos coches – te olvidarás de la depreciación del vehículo y el rápido avance técnico del coche eléctrico: en tres o cuatro años cambiarás de coche y podrás tener un vehículo mucho más tecnológicamente avanzado. En cualquier caso, sigue siendo un esfuerzo económico importante, al igual que lo es comprar un eléctrico nuevo, incluso con las ayudas (sujetas a tributación) del Plan MOVES III.
2) Tener un cargador en casa y/o el trabajo
Este es quizá el punto más insalvable de todos los requisitos. Si no tienes donde cargar tu flamante vehículo eléctrico lo que te habrás comprado son tremendos dolores de cabeza. Es imprescindible que tengas un cargador disponible, ya sea en tu trabajo o en tu plaza de garaje. Este punto de recarga, si decides instalarlo por tu cuenta, puede instalarse en un garaje individual o comunitario, por un coste que actualmente ronda los 1.500-2.000 euros, instalación incluida – algunas marcas lo regalan con la compra de su coche eléctrico.
Una vez instalado y conectado a tu contador de la luz, debes programar su recarga para coincidir con las horas valle de tu tarifa eléctrica, y que su carga sea asequible – en dichas horas, de madrugada, hay un menor consumo eléctrico por parte del resto de la vivienda. Si no tienes un cargador en casa, deberás recurrir a puestos públicos de carga, de coste en ocasiones elevado, y sometidos a las leyes de la oferta y la demanda: no solo su precio del kWh puede oscilar, si no que pueden estar ocupados cuando más los necesitas.
3) Conocer muy bien el uso que recibirá el coche
Tienes el dinero y tienes donde cargar tu coche eléctrico, ¿pero cuál es el uso que va a recibir el vehículo? Si tu trabajo te exige cruzar rápidamente el país y vas a recorrer largas distancias de forma constante, posiblemente el coche más indicado para ti sea un coche diésel de los de toda la vida. Por el contrario, si tus recorridos son periurbanos, son casi siempre predecibles y no son demasiado largos – no haces más de 250 km seguidos de forma habitual – el coche eléctrico puede tener mucho sentido y puede suponerte un gran ahorro.
4) Planificar los desplazamientos, y ser prudente
Con un coche eléctrico, planificar los desplazamientos es muy importante. Especialmente si te vas a aventurar a hacer viajes de mayor distancia de forma ocasional, pero también en tus desplazamientos habituales. Es necesario contar con un margen de seguridad generoso en los desplazamientos, y no es inteligente depender de un único punto de carga, ni carecer de alternativas si encontramos un desvío, nos perdemos, o nos vemos obligados a hacer más kilómetros de los inicialmente pensados. Sé prudente, y nunca te quedarás tirado.
5) Comprender sus limitaciones de autonomía y tiempo de carga
Un coche eléctrico puede ser una excelente compra para muchas personas, pero es un tipo de vehículo con una servidumbres diferentes a las que estamos acostumbrados a tener. Una servidumbre es el tiempo de carga, que solo debería suponer un problema en viajes largos, para el uso diario, es como si cargásemos un teléfono móvil. Otra servidumbre es su autonomía, y no tanto por su dimensión absoluta, si no por su considerable variabilidad en función del uso, la orografía de las carreteras recorridas y el clima, ya sean extremos fríos o calurosos.