En los últimos días, como desde hace semanas y meses, las restricciones al tráfico en Madrid han estado en boca de todos. Durante estos días también hemos insistido en que el problema, aunque de momento sea patente en la capital española, afectará de una forma u otra a los habitantes y conductores que se muevan por las grandes ciudades españolas, y no solo Madrid. Ya os hemos contado que la paridad de matrícula es una medida de urgencia, un parche, que no es eficaz para acabar con un problema de fondo, el de las elevadas concentraciones de NOx que se registran en áreas urbanas como las de Madrid y Barcelona. ¿Pero cuáles serán las próximas restricciones y a quién afectarán en mayor medida? ¿Por qué nos preocupa tanto la contaminación actualmente?
¿Por qué ahora?
Asumámoslo. La contaminación en las grandes ciudades españolas es un problema real. La Organización Mundial de la Salud lleva alertando desde hace años de lo peligroso que resulta para los ciudadanos respirar el aire viciado de nuestras urbes, por altas concentraciones de NOx y especialmente el NO2 (ver guías de calidad del aire de la OMS). Dicho lo cual, y nos guste o no, las concentraciones a las que nos estamos enfrentando estos días en ciudades como Madrid y Barcelona son lo suficientemente elevadas para generar problemas para nuestra salud. Y esa es una de las razones por las cuales desde los diferentes consistorios se está abogando por restricciones de urgencia, tan impopulares como la prohibición por paridad de matrícula que sufrimos la semana pasada en Madrid.
Pero no es la única razón. Más allá de los problemas que genera en nuestra salud y del coste social que ello implica, por ejemplo el incremento de ingresos, y tratamientos, en la atención sanitaria, el incumplimiento de los límites de emisiones dispuestos por la Unión Europea conlleva sanciones millonarias. España ya ha sido reprendida, desde hace años, por Bruselas por incumplir sus obligaciones para atajar el problema de contaminación (ver noticia de El País).
Durante estos días ya os anticipábamos que la restricción por paridad de matrícula es una medida absurda e ineficaz para atajar el problema de raíz. Un parche que en otros países y ciudades en las que ya se ha aplicado ha sido insuficiente. ¿Y por qué se ha aplicado esta solución en Madrid durante el último episodio de contaminación? Sencillamente porque es el único recurso que legal y técnicamente podría aplicar el consistorio de la capital española. Ante lo cual solo podemos hacer una pregunta, ¿cómo serán las próximas restricciones al tráfico?
En abril se presentaba el nuevo etiquetado de emisiones y ya entonces apuntábamos a la cruda realidad, la incorporación de este etiquetado no hacía otra cosa que revelarnos cómo serán las restricciones al tráfico que se impondrán en muchas ciudades en los próximos años, y que afectarán sobre todo a los diésel más antiguos. Incluso analizamos las consecuencias que tendrá este etiquetado y, sobre todo, su aplicación en las restricciones de tráfico.
Aunque los ayuntamientos españoles aún no hayan legislado en consecuencia, podemos asumir que las decisiones que se tomarán en las ciudades españolas en los próximos meses para atajar el problema seguirán esta línea. El etiquetado de emisiones, que aún se está implantando en España, será el instrumento que utilicen ciudades como Madrid para decidir qué coches podrán y qué coches no podrán entrar a las grandes ciudades. Y el recurso técnico que necesitan estas ciudades para garantizar el cumplimiento de las restricciones pasaría por la obligatoriedad de mostrar en el etiquetado de nuestro coche en el parabrisas y controlar, ya sea mediante agentes en las vías de acceso, como los que vimos durante las restricciones del jueves pasado en Madrid, o mediante videocámaras, el cumplimiento de las normas que así se establezcan.
¿Quiénes serán los más afectados por las restricciones y el etiquetado de emisiones? ¿Quiénes se librarán?
No hace falta ser un adivino para comprender, como ya os decíamos, que el etiquetado de emisiones será el instrumento que utilizarán los ayuntamientos para llevar a cabo sus restricciones. Ni tampoco para deciros qué coches serán los más afectados. Según el nuevo etiquetado de emisiones habrá cuatro niveles que determinarán cuán ecológico es un automóvil. Los más beneficiados por estas medidas serán los Cero Emisiones, que evitarán las restricciones y recibirán ciertas exenciones y descuentos, por ejemplo en los parquímetros de las urbes. Estos vehículos serán aquellos registrados como eléctricos – sin motor térmico – y eléctricos de autonomía extendida e híbridos enchufables, así como aquellos que cuenten con pila de combustible (hidrógeno).
También se librarán de las restricciones, como ya sucediera durante el último episodio de contaminación de Madrid, los híbridos no enchufables y aquellos que estén propulsados por gas natural o gas licuado del petróleo, por GLP, que son los etiquetados con el distintivo ECO.
El gran problema, y las dudas acerca de las restricciones que se podrán imponer, llegarán con los turismos de gasolina y diésel – y sobre todo estos últimos – más antiguos. En este panorama podríamos encontrarnos con dos umbrales en las restricciones, los impuestos por los distintivos B y C. El distintivo B incluirá a turismos de gasolina matriculados a partir de enero del año 2000 y los diésel matriculados a partir de enero de 2006. Los anteriores no incluirán distintivo y, previsiblemente, serán los primeros que sufran las restricciones. De esta forma, un diésel con más de diez años de antigüedad sería considerado como muy contaminante, por encima incluso de un coche de gasolina con 15 años de antigüedad.
El segundo umbral susceptible de restricciones lo marcará el distintivo C, que incluirá a los diésel matriculados a partir de 2014 y los gasolina matriculados a partir de 2006. A efectos prácticos, y según este modelo de etiquetado, será considerado tan contaminante un diésel matriculado en 2013, hace poco más de tres años, como un coche de gasolina matriculado en 2006.
Con lo cual es evidente la discriminación que sufrirán los diésel según este etiquetado, que como ya os adelantamos será muy probablemente el instrumento que se aplique en los próximos planes de actuación ante episodios de alta contaminación. Una discriminación que se debe, sobre todo, a los problemas que los NOx, que generan en mayor medida los diésel, que afectan a las grandes ciudades españolas. Y como mínimo, este etiquetado debería tenerse muy en cuenta a la hora de comprar un coche nuevo y, sobre todo, de ocasión. Siendo un factor muy positivo que el coche incluya el distintivo ECO o C, por encima de aquellos con distintivo B, o sin distintivo, que probablemente sean los que vayan a sufrir mucho más las restricciones.
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