Durante estos días, la Dirección General de Tráfico, con Pere Navarro, el Director General de Tráfico desde 2018, a la cabeza, ha estado presente en el Observatorio Iberoamericano de Seguridad Vial, aportando algunas de las ideas que se han aplicado en España para contribuir a la mejora de la Seguridad Vial. En su intervención, Pere Navarro destacó la importancia de las campañas de concienciación, y del papel que hemos de jugar los medios de comunicación, pero también de algo más polémico, de lo importantes que son los medios de vigilancia y control para evitar las prácticas temerarias e ilegales en la conducción. Pero hablemos de cómo ve el futuro, y del riesgo de que la DGT convierta nuestros coches en un Gran Hermano, en pos de la seguridad vial.
La DGT convirtiendo nuestros coches en un Gran Hermano
Tras reconocer su escepticismo acerca de la incorporación del coche autónomo en las carreteras, Pere Navarro valoraba la contribución de la tecnología, sobre todo, por el papel que jugará en la vigilancia y el control de los conductores.
El máximo representante de la Dirección General de Tráfico llegó a reconocer, incluso, que la tecnología permitirá un control absoluto de los conductores, de manera que – cito textualmente – la Dirección General de Tráfico «tenga en un punto en una pantalla al vehículo moviéndose» y «sepa todo lo que va a hacer». ¿Es realista esta visión del futuro de la vigilancia en carretera? Y lo que es aún más importante, ¿existe un riesgo real de que lleguemos a este nivel de control del conductor y, por ende, el ciudadano?
La permanente conexión del coche a «la nube» puede contribuir a una mejora sustancial de la seguridad vial, siempre y cuando se respete la privacidad del conductor.
El control telemático por parte de la Dirección General de Tráfico
La gestión telemática de un automóvil no es una tecnología demasiado avanzada y, de hecho, ya está sobradamente probada y extendida en flotas de vehículos. Se puede controlar la localización de cualquier vehículo de una flota controlada por gestión telemática desde un ordenador, o incluso un teléfono móvil, saber su velocidad, y si el conductor circula demasiado rápido, por encima de los límites, o sin cinturón.
Ahora bien, el control telemático de un automóvil por las fuerzas y cuerpos de seguridad parece, como mínimo, traspasar varias barreras y el límite del control que un ciudadano de un país desarrollado está dispuesto a asumir. Y esto es algo especialmente importante en los tiempos que corren y en los que la propia Unión Europea ha legislado para proteger la privacidad y la protección de nuestros datos. Y es también un riesgo que los ciudadanos deberíamos evitar, exigiendo el respeto de nuestra privacidad.
Las cajas negras y los coches permanentemente conectados
La Comisión Europea ya ha aprobado la obligatoriedad de cajas negras en coches nuevos en 2022, que podrán recabar información muy importante de los instantes previos a un accidente de tráfico, para que esta pueda ser empleada en el atestado que desentrañe las causas del accidente. Una medida contundente que aún seguiría estando muy lejos del control telemático que imaginaría Pere Navarro y, por suerte, de los límites que la Unión Europea estará dispuesta a superar para poner fin a los accidentes de tráfico.
Cada vez son más los automóviles que están permanentemente conectados y también aquellos que pueden ser monitorizados a distancia, eso sí, desde servidores seguros, y con claves de acceso que solo debería tener el usuario del vehículo y nunca, salvo que este se lo facilitase, las fuerzas y cuerpos de seguridad. En el pasado, incluso, los servicios policiales han sido capaces de capturar a terroristas gracias a esta tecnología.
De manera que, llegados a este punto, deberíamos hacernos una pregunta: ¿estaríamos dispuestos a permitir que las autoridades sepan en todo momento dónde está nuestro vehículo, e información tan importante como la velocidad a la que circula, para contribuir a la mejora de la seguridad vial?