La que está considerada una de las grandes citas del mundo del automóvil a nivel internacional tampoco se celebrará en 2022. El salón del automóvil de Ginebra confirma su aplazamiento hasta el año 2023, una noticia que si bien no nos esperábamos, sí que se puede llegar a entender dada la difícil situación que atraviesa el sector automovilístico en estos momentos. Covid-19, reducción de costes y crisis de semiconductores han creado una tormenta perfecta que está cambiando drásticamente cómo las marcas nos presentan sus nuevos coches y avances.
Es justo admitir que antes de irrumpir el Covid-19, la industria del automóvil ya había empezado a cuestionarse el formato de salón del automóvil. La inmediatez y globalización del mundo en el que vivimos hacen que este tipo de exhibiciones pierdan parte de su encanto, pues las marcas de coches ya no rigen sus agendas por estas exposiciones.
Audi quattro presentado en el salón de Ginebra de 1980
Cual herencia con décadas de historia, con el nacimiento del automóvil surgieron las ferias y exposiciones del automóvil por todo el mundo, unos eventos que buscaban enseñar las novedades de cada fabricante. Para aquellos años era la mejor forma de llegar a un mayor público, concentrando en un solo recinto cuántas más marcas e innovaciones posibles. Tanto era así que, durante mucho tiempo, los calendarios de lanzamientos y actualizaciones de las marcas se han regido por estas ferias, pues era en estas ferias donde se conseguía una mayor difusión en público, posibles clientes y medios de comunicación.
Pero como decíamos, los tiempos han cambiado y las novedades ya no tienen por qué esperar hasta una feria o exhibición determinada. En un mundo tan conectado y en constante renovación, los salones del automóvil se han convertido en escaparates donde se hace real lo que ya hemos visto de forma virtual, nada más. Y por si fuera poco, los costes de tener presencia en una de estas exhibiciones son escandalosamente altos, lo que unido a su cada vez menor relevancia, ha terminado por desmotivar a muchas marcas de coches.
Lo más curioso del caso es que el salón del automóvil de Ginebra es bastante especial, pues se trata de una de las ferias más antiguas del mundo y la de principal referencia en Europa, siendo además de carácter anual. Pero ni aún así ha conseguido convencer a la industria para celebrar una edición 2022, lo que supone la tercera cancelación consecutiva. En cambio, este mismo 2021 sí que se ha celebrado un mucho más modesto salón del automóvil de Munich, un evento surgido como reemplazo del salón de Frankfurt (alternado con París cada año) que también llevaba bastante tiempo en tela de juicio.
Y lo que está ocurriendo es bastante sencillo de entender. A la crisis de interés que ya sufrían estas exhibiciones y la necesidad de reducir costes de los fabricantes a causa de la electrificación, se unió en 2020 la pandemia del Covid-19. No contentos con ello, ahora se ha sumado la crisis de semiconductores, una escasez de microchips que está obligando a paralizar fábricas en todo el mundo y que, como consecuencia, está retrasando mucho la llegada de nuevos coches al mercado.
Sí, es una tormenta perfecta. Y es por eso que los responsables del «nuevo» salón de Ginebra han decidido cancelar – aunque ellos dicen posponer – la cita de 2022, pues las bajas estaban acumulándose ante la incertidumbre que reina en toda la industria. Ahora nos recomiendan mirar hacia 2023, pero mucho nos tememos que más allá de crisis y situaciones coyunturales, lo que está claro es que los salones están obligados a reinventarse o a desaparecer para siempre.