Es innegable que desde la aparición del SEAT León de tercera generación junto al SEAT Ateca la firma española está viviendo un momento dulce en cuanto a producto se refiere, con opciones realmente interesantes, muy logradas y que casi siempre que pasan por nuestro garaje suelen dejar un buen sabor de boca. De hecho, podríamos decir que el actual SEAT León de cuarta es una referencia en el segmento de los compactos, incluso por delante del Volkswagen Golf. Sin embargo, hoy más que nunca, desde este exitoso presente que está disfrutando SEAT se atisba un futuro oscuro con muchas posibilidades de que acabe convertida en la Dacia del Grupo Volkswagen.
Así pues, si nos centramos en las marcas generalistas del grupo alemán, Volkswagen, Skoda y SEAT, vemos como las dos primeras están inmersas en pleno proceso de electrificación a través de la plataforma MEB lanzando eléctricos de última hornada, como todos los que constituyen la completa gama ID de la casa madre como el Skoda ENYAQ iV, un SUV eléctrico de corte familiar que se muestra un pasito por delante del Volkswagen ID.4 en términos de calidad, ejecución (y por qué no, también en diseño en mi opinión).
¿Dónde están los eléctricos con el logo de SEAT?
Pero, ¿y qué pasa con SEAT? ¿Dónde están los eléctricos que necesita para poder sobrevivir y adaptarse a las nuevas leyes y tendencias del mercado? [Recordemos que a partir de 2035 la Unión Europea ha prohibido la venta de coches diésel y gasolina.] Actualmente el único eléctrico de SEAT es el pequeño y desfasado Mii al que se suman las mecánicas híbridas enchufables del Tarraco y del León.
Aunque lo cierto es que esos eléctricos de SEAT se encuentran en CUPRA, el Born era un modelo que debería haber lucido la ‘S’ de SEAT, pero finalmente se ha reservado en exclusiva a la nueva marca del grupo, la cual espera engrosar su gama con nuevos eléctricos que irán llegando a medio plazo, como el Tavascan, un SUV coupé que se espera para 2024, urbano que nacerá del prototipo UrbanRevel.
La razón de ello obedece a dos causas, la primeara que a día de hoy un eléctrico sigue siendo más caro que un diésel o gasolina sin aplicar ayudas, por lo que ese mayor precio puede justificarse por la imagen aspiracional y de carácter premium a la que apela CUPRA. La segunda se relaciona a un mayor margen de beneficio de este tipo de vehículos aspiracionales sobre otros más generalistas que compiten por precio.
Además, CUPRA es el medio ideal para conseguir esa Alfa Romeo en el Grupo Volkswagen (marca que intentó comprar Ferdinand Piëch y que, según cuentan los rumores, al no conseguirlo acabó adquiriendo Ducati), ya que tiene esa imagen deportiva, emocional, de diseño y premium.
Por otro lado también está sobre la mesa los balances financieros, y es que 2021 se ha convertido en el segundo año consecutivo en el que SEAT ha cerrado con pérdidas. En concreto, estamos hablando de unas pérdidas netas de 256,3 millones de euros en 2021 y de 194,2 millones en 2020, aunque fuentes de la marca aclaran que ello se debe a factores como la escasez de microchips que lastran las entregas y a que no han recibido los dividendos de varias sociedades.
En vista de todo lo anterior, de que ese papel de Alfa Romeo destinado a SEAT parece que lo asumirá CUPRA y que la función de marcas generalistas en la era eléctrica lo están desempeñando Volkswagen y Skoda, a SEAT sólo le quedaría convertirse en la marca low cost del grupo, en una especia de Dacia destinada a cubrir la parte inferior del mercado con propuestas económicas en un momento en el que los coches cada vez cuestan más, siguiendo así el camino que ha tomado Fiat y Citroën dentro del Stellantis e intentando replicar la fórmula de los rumanos que se ha demostrado (muy) rentable.
