Detrás de los excesos de velocidad, y su persecución por parte de las autoridades, no siempre existe un afán recaudatorio, ni el interés por mantener a raya a los conductores y mantener las arcas públicas a costa del conductor descuidado que pasa más rápido de lo que debería por delante de un radar. Estaréis conmigo en que a nadie le gustaría ver cómo constantemente están pasando coches a 100 km/h por la puerta de su casa, por donde cada día pasea tu mujer o tu marido cuando va a hacer la compra, o junto a la puerta de los colegios donde tus hijos estudian y juegan después de las clases. De ahí que, ante la pasividad de las autoridades, los ciudadanos de la localidad escocesa de Moray idearan una solución tan ingeniosa como desesperada, la de plantarse junto a la carretera con un chaleco reflectante y un secador de pelo.
Cuenta la BBC que los vecinos de Moray estaban tan preocupados por el hecho de que los coches atraviesen su localidad a velocidades que a menudo superan las 60 mph (96,56 km/h) que decidieron disuadir a los conductores vistiéndose con un chaleco reflectante y apuntándoles con un secador. Evidentemente, cuando los conductores ven a un vecino de Moray de esta guisa imaginan que se trata de un guardia de la policía escocesa realizando un control de velocidad. Y es que en Reino Unido y otros países los radares portátiles, de tipo pistola, son muy comunes, tanto como los trípodes, o los sistemas en coches camuflados, que se emplean en España.
Los vecinos de Moray tomaron esta decisión ante el temor de que se produjeran atropellos con heridos graves, o incluso fallecidos. Pero evidentemente esta no es una solución y el problema de fondo es mayor.
Para empezar, una carretera o una vía de alta densidad no debería atravesar una localidad. En España, por ejemplo, durante décadas se han construido carreteras de circunvalación para evitarlo. Ya no solo por la presencia de turismos a gran velocidad, sino también por el peligro que supone el transporte pesado.
El segundo problema que nos encontramos está en la existencia de una gran recta en el punto en que la carretera atraviesa la ciudad, lo que anima aún más a los conductores a no levantar el pie del acelerador. Esta es la razón por la cual en muchas localidades españolas se instalaron los mayores enemigos de los conductores, los resaltos y las bandas que nos animan a reducir la velocidad. Y el tercer problema está en que los conductores aún no toman conciencia de lo peligrosos que resultan los excesos de velocidad en el entorno urbano, y especialmente en las travesías.
La policía escocesa ya ha anunciado estar al corriente de las preocupaciones de los vecinos de Moray que, mientras se toman decisiones políticas para solucionar su problema, seguirán saliendo a apostarse junto a la carretera ataviados con un chaleco reflectante y un secador de pelo en la mano.
Por último, recordar que no es la única medida desesperada que se ha tomado en una localidad de Escocia para frenar los excesos de velocidad en las travesías. Hace unos meses ya os contábamos la historia de Arnprior y sus marcas viales onduladas.
Imagen: SWNS
Vía: Gizmodo
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