Posiblemente en este año hayamos visto más casos que en ningún otro. La idea la conocemos: se parte de un coche clásico, histórico por un motivo u otro, y con la forma del clásico (ya sea más fiel al original o con algunas libertades) se convierte en un coche nuevo. Ahora bien, ¿tienen sentido estos restomod? ¿Vale realmente la pena abrir en canal un clásico, con el valor que contiene, para dar lugar a otra cosa?
El sentido de los restomod
Uno podría pensar que, con la estética de un clásico y una mecánica moderna, se pueda tener ‘coches con las mismas emociones y menos emisiones’. Técnicamente, se podría, pero rara vez es el objetivo de estos proyectos. Existen casos, sí, como el del DeLorean de Electrogenic que sustituye el poco potente V6 original por un motor eléctrico que sí le permitiría viajar en el tiempo.
Por lo general, estos trabajos, más allá de las réplicas, suelen ser realizados de manera artesanal por pequeños equipos, de manera que no son proyectos industriales a gran escala. Esto implica muchas horas de trabajo y, por supuesto, esto se refleja en su precio. Además del precio que vale el modelo original, por supuesto, lo que hace pensarse el sentido de estos proyectos que últimamente se han visto uno detrás de otro.
En primer lugar, hay casos y casos, dependiendo del valor del coche original. En el caso los Kimera, no se parte de un 037 original sino de un Lancia Beta Montecarlo – igual que el propio 037 en su momento, recuperando esa forma de trabajar para crear un producto para apasionados de los rallyes. Muchos restomod de Porsche parten de 911 antiguos mientras que el Peugeot 205 de Tolman no tiene que partir necesariamente de un 205 GTI, sino de uno cualquiera, incluso alguno que valga poco, mientras esté en un estado aceptable.
Son casos distintos de, por ejemplo, el del Eccentrica V12, tomando uno de los 900 Lamborghini Diablo originales de tracción trasera, cuyo precio de por sí puede rondar los 260.000-350.000 € en la actualidad. El Ferrari F355 sobre el que Evoluto hace su restomod se encuentra entre 100.000 y 180.000 € según la unidad. A eso se suma el precio del restomod en sí, no lo olvidemos. El precio de un P25 de Prodrive, basado en el Subaru Impreza GC8, era de unos 536.000 €.
Exclusividad y bienes de Veblen
Por supuesto, hay varios motivos: el primero es la exclusividad, el poder tener de un coche que muy pocas personas, casi nadie en el mundo, va a tener en su garaje o en su colección privada. El hecho de disfrutar de la mezcla de líneas clásicas con mecánica moderna es también un gran plus, sobre todo si se reemplaza por una mecánica de mayor fiabilidad o resistencia. Es distinto del caso de algunos Ferrari F40, que a posteriori se les ha añadido control de tracción y otras comodidades.
Y es que, al final, estos coches no dejan de ser bienes de Veblen – es decir, precisamente son más deseados por su alto precio, como ocurre en realidad con gran parte de los coches de lujo. Y, al mismo tiempo, son una manera de preservar el pasado del automóvil (sobre todo en lo que respecta a la estética), realizando avances con respecto a las mecánicas originales. Son deseables por muchos, pero con esta idea en sí, no para todos.
