En los últimos tiempos no dejamos de conocer nuevos proyectos, ideas y prototipos asociados al coche eléctrico. No en vano es el futuro hacia el que nos dirigimos, nos guste más o nos guste menos; los fabricantes más grandes están poniéndose las pilas (nunca mejor dicho) y están surgiendo -y resurgiendo– otros que no quieren perderse lo que está por venir. Jaguar ya ha anunciado que para el 2020 todos sus coches serán híbridos o eléctricos; sin embargo, será smart la primera marca en abandonar por completo una gama de combustión interna para vender exclusivamente coches eléctricos. ¿Es buena idea una acción tan rotunda?
Actualmente smart comercializa en todos sus modelos (fortwo, fortwo cabrio y forfour) versiones puramente eléctricas, conocidas como electric drive y que mi compañero Mario pudo probar en Miami en el modelo fortwo. Pero, como todavía es normal a día de hoy, mantiene variantes con motores de gasolina. Concretamente motores tricilíndricos de gasolina de 71, 90 y 109 CV (este último en los BRABUS).
Sin embargo, no durará mucho esa situación. Según la marca alemana, para finales del año 2019 sólo venderá coches puramente eléctricos, siendo los mercados europeo y estadounidense los primeros en sufrir el cambio. Asia y el resto del mundo tendrán que esperar, pero dice smart que intentarán implantar este cambio radical «tan pronto como sea posible».
¿Es buena idea abandonar radicalmente la gasolina en pro de los eléctricos?
Cuestiones medioambientales aparte, una perspectiva desde la que todo podrían ser ventajas a priori, hay que tener en cuenta más factores a la hora de tomar una decisión tan radical y aparentemente arriesgada. De hecho, la CEO de smart, Anette Winkler, asegura haber «preparado la fábrica y los concesionarios para ser flexibles». ¿Se temen un posible desastre? En cualquier caso, es mejor prevenir.
Aunque la factoría y los concesionarios estén preparándose para esa flexibilidad que podría significar tener que dar un paso atrás ante una contundente caída en las ventas -con la consecuente pérdida de dinero-, la idea de abandonar la gasolina por la electricidad en toda una gama, y en un futuro tan próximo, no suena tan descabellada si tenemos en cuenta la filosofía de los smart: coches urbanitas cuyo uso es mayoritariamente en la ciudad, una situación en la que la autonomía de sus baterías puede ser suficiente para no causar quebraderos de cabeza a sus clientes.
Actualmente los smart fortwo electric drive tienen una potencia de 6o kW y gozan de una autonomía de 160 km; los fortwo cabrio y forfour se quedan en 155 km, una cifra que puede parecer escasa pero que hay que poner en perspectiva teniendo en cuenta que son coches pensados -y mayoritariamente utilizados- para desplazamientos dentro de núcleos de población. Aún así, ¿tienen todos los clientes -y potenciales clientes- de smart acceso a puntos de recarga eléctrica?
En la actualidad ya ha países europeos donde la infraestructura de recarga eléctrica es suficiente, o más que notable. Es ahí donde los países nórdicos, sobre todo Noruega, llevan mucha ventaja al resto; sin embargo no todos los gobiernos tienen la misma amplitud de miras y en nuestro país todavía es una asignatura pendiente que también repercute en las ventas de smart: en lo que llevamos de 2017, se han matriculado 2266 unidades del fortwo de las que sólo 115 han sido la versión electric drive (apenas un 5%). Peor aún es la cifra en el forfour: sólo un 2,4% (44 unidades) de las 1841 que se han vendido hasta el pasado agosto han sido la variante eléctrica.
Sólo el tiempo sentenciará si la decisión de smart ha sido acertada o, por contra, precipitada.
Fuente: Top Gear
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