No corren buenos tiempos para SsangYong. La marca coreana más veterana no ha podido pagar la última cuota de sus deudas bancarias, que ascienden en estos momentos a 60.000 millones de wons, equivalentes a unos 55 millones de euros. La marca tendría que haber pagado su deuda el pasado 14 de diciembre, con Bank of America, JPMorgan Chase y BNP Paribas como principales acreedores. Ante esta situación y la imposibilidad de renegociar sus deudas, la marca coreana ha solicitado una figura similar al concurso de acreedores con el objetivo de ganar un tiempo.
Esta figura podría definirse como una reestructuación autónoma, una reestructuración en la que es la propia empresa quien negocia con sus acreedores con el objetivo de resolver su difícil situación. Si esta reestructuración autónoma no llega a buen puerto, comenzaría el concurso de acreedores bajo tutela judicial, equivalente a lo que conocemos como quiebra. Los acreedores de la marca se han negado por el momento a extender la fecha límite de sus créditos, y los ingresos de la marca no son suficientes para hacer frente a estos pagos.
La situación de SsangYong es delicada en estos momentos. La marca tiene un elevado nivel de endeudamiento y sus ventas globales entre enero y noviembre han caído más de un 20%, hasta las 96.825 unidades. La pandemia del coronavirus es uno de los principales motivos de esta situación, pero lo cierto es que la empresa ya acumulaba pérdidas importantes. De hecho, aunque está participada al 75% por el gigante hindú Mahindra & Mahindra, su matriz prefiere mirar a otro lado. Mahindra lleva meses buscando de forma activa un comprador para SsangYong.
Mahindra quiere desprenderse de una SsangYong en aprietos y prefiere dar la espalda al fabricante coreano. La situación nos recuerda no tan vagamente a lo ocurrido con Saab hace una década: General Motors prefirió mirar a otro lado y desprenderse de la marca sueca durante su proceso de reestructuración, provocando su quiebra definitiva. No parece que la situación de SsangYong llegue a ese extremo: Corea del Sur cuenta con cuantiosos paquetes de estímulo para situaciones similares, y está dispuesta a ayudar a SsangYong Motor en la medida de lo posible.
Como parte de su reestructuración y con el objetivo de acceder a ayudas estatales, la marca debe paralizar cualquier venta de activos, debe continuar su actividad comercial y mantener el pago a sus empleados, además de estar al corriente del pago de sus suministros. Por el momento es «business as usual», pero la sombra de la administración concursal planea sobre SsangYong si no se revierte su fortuna. La llegada de su primer coche 100% eléctrico se producirá en 2021, y podría ser el revulsivo comercial que la marca necesita.
Seguiremos informando.
Fuente: Financial Times