Dicen que la imitación es el primo lejano de la admiración. Si esto es cierto, a Subaru le tuvo que enamorar el Mazda RX-8. Lanzado al mercado en 2002, el coupé rotativo de Mazda se había presentado como concept en 2001. Un año después, en el Salón de Ginebra de 2003, Subaru presentaba el B11S Concept. Un precioso deportivo de cuatro puertas, con una silueta y unas puertas sospechosamente parecidas a las del Mazda RX-8. Mecánica y estéticamente, eran coches completamente diferentes, con soluciones propias que merece la pena repasar.
Por ejemplo, el Subaru B11S estrenaba el lenguaje de diseño que la marca usaría en años venideros. Con una calandra algo exagerada, resulta imposible no ver un Subaru B9 Tribeca en el morro de este deportivo. Sus llantas tampoco eran especialmente agraciadas, y la elección de tonos claros para el concept quizá no fue la más adecuada. No obstante, había soluciones estéticas curiosas, como la banda lateral, que además de esconder los tiradores de las puertas, desembocaba en una zaga de aspecto más bien discreto.
Las ópticas frontales eran de xenón – entonces una novedad – y las traseras eran tipo LED, cuyo uso aún siquiera se ha generalizado en todos los modelos de la marca hoy por hoy. El interior tenía cuatro plazas estrictas y estaba coronado por un enorme techo panorámico, inspirado en los paraguas japoneses. De esta manera, los ocupantes tenían una mayor sensación de espacio. Por si os lo estábais preguntando, sí, las puertas traseras se abrían en sentido opuesto a la marcha, al igual que en el Mazda RX-8.
El interior era puro concept car, con abundante aluminio y un omnipresente tapizado de Alcantara de color azul. Apenas hay imágenes de calidad del interior, pero en esta composición puede apreciarse la ausencia de pilar B – ¿de qué otro deportivo coetáneo me suena? – y el aspecto envolvente del salpicadero. Salvando las diferencias, el diseño de la consola central acabaría estando presente en los Subaru de producción de la pasada década. Como antes os decía, este concept anticipaba el futuro estilístico de la marca.
A nivel mecánico, el Subaru B11S estaba articulado sobre el sistema de tracción total permanente de la marca, el brillante Symmetrical AWD. El 65% de la potencia pasaba al tren trasero, con un 35% siendo destinado al eje delantero; el VTD (Variable Torque Distribution) podía variar el reparto según circunstancias, mejorando el agarre en todo tipo de superficies. El motor era un seis cilindros bóxer de 3,0 litros de cubicaje, sobrealimentado por dos turbocompresores en paralelo.
El resultado eran 400 CV de potencia y 550 Nm de par motor, canalizados mediante una caja de cambios automática de cinco relaciones. El Subaru B11S no era un deportivo puro, era un GT de cuatro plazas, que jamás llegó a ser traducido a un vehículo de producción. No obstante, nos ha parecido interesante rescatarlo en este espacio.
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