No es un acontecimiento habitual que un coche tan especial como un Subaru Impreza 22B STi se ponga a la venta. Sólo se construyeron 424 unidades de este Subaru Impreza en el lejano año 1998, con el objetivo de homenajear los éxitos en competición durante los años noventa de la marca japonesa. Todas las unidades tenían el volante a la derecha y de las 424 producidas, 400 fueron destinadas a Japón. Solo 16 unidades llegaron a tierras europeas, y cuando uno de estos coches se pone a la venta, es nuestro deber como petrolheads hacernos eco de la noticia.
El coche en cuestión que se pone a la venta tiene sólamente 25.655 millas en su odómetro – para los que usamos el superior sistema métrico, 41.287 kilómetros – y fue vendido originalmente en Japón en 1998. La venta está comisionada por 4 Star Classics, y el coche tiene un mareante precio de 99.995 libras esterlinas, una cifra que traducida a euros resulta en nada menos que 116.238 euros al actual tipo de cambio. Una cantidad de dinero suficiente para hacernos con uno de los nuevos Porsche 911 Carrera S 992.
Subaru Impreza
Pero sin duda, si compramos este Impreza nos estaremos llevando a casa una pieza única de esa apasionante era para el automóvil deportivo japonés, los años noventa. ¿Qué hacía especial al Subaru Impreza 22B STi? Además de su producción limitada y el hecho de estar construido sobre la curiosa carrocería coupé del Impreza, un motor bóxer muy especial. Un motor llamado EJ22, una versión de mayor cilindrada del bóxer EJ20 de dos litros del resto de Impreza STi. Este motor estaba montado en los STi Version V, pero en los 22B era aún más especial.
Aunque solo desarrollaba oficialmente 280 CV, este propulsor estaba construido a mano, empleando piezas usadas en competición, pistones forjados y un turbocompresor IHI de mayores dimensiones. El resultado era un par motor de 360 Nm, entregado a sólo 3.200 rpm, gracias al que tenía unos medios sensacionales. El sistema de embrague estaba reforzado y su suspensión Bilstein tenía un tarado especialmente deportivo. Las llantas doradas de 17 pulgadas estaban firmadas por BBS y el coche estaba pintado en el icónico color azul de los STi.
El equipo de frenado era superior a otros STi, y teóricamente hacía el 0 a 100 km/h en menos de 4,5 segundos. Su interior era espartano, y carecía de elementos como aire acondicionado. Tenía asientos deportivos de serie y un sencillo volante Nardi de tres radios. Nada debía apartar la vista de la conducción. Una conducción rápida y emocionante, y necesariamente implicada: aunque el coche tuviera tracción total, sólo se vendía con cambio manual y era un coche exigente, al que solo conductores experimentados podían extraer todo el jugo.
En su equipamiento se incluye un «turbo timer», así como un sistema de rociado de agua sobre el intercooler, cuando era necesario un extra de refrigeración. Esta pieza de historia puede ser ahora tuya, si tienes los más de 116.000 euros al cambio que cuesta. Después te tocaría matricularlo en España y posiblemente homologarlo. ¿Es más sencillo comprar un Porsche 911 Carrera S? Por supuesto, pero no estarás comprando un coche tan especial.
Fuente: 4Star
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