La Jimny Desert Experience 2019 ha sido un viaje de ensueño al sur de Marruecos en el que hemos podido probar mucho más a fondo que nunca este pequeño aventurero. Han sido 5 días de tierra, piedras, dunas y asfalto, y algo más de 1.000 km en los que cruzamos llanuras, montañas, gargantas y torrentes de agua para descubrir paisajes increíbles mientras comprobamos la resistencia a toda prueba de nuestro Suzuki Jimny de serie. Os lo contamos, también en vídeo.
Diariomotor comparte coche y vídeo con nuestro compañero y amigo Antonio Guzmán, de Revista del Motor. Ambos conviviremos en el mismo coche durante las 5 jornadas y haremos un vídeo conjunto comentando los diferentes aspectos del coche y del viaje así que… ¡gracias, Antonio, por participar en nuestro canal!
Suzuki Jimny PRO
La caravana está compuesta por 11 coches, de los cuales 8 serán conducidos por periodistas y no llevan absolutamente nada añadido a la versión de serie, ni siquiera neumáticos especiales. Encabezan y cierran la caravana sendos vehículos de la organización con ruedas de tacos, baca en el techo con elementos de rescate y suspensión ligeramente modificada. El vehículo número 11 es el coche-cámara, también de serie y también de la organización.
Etapa prólogo: Ouarzazate – Boumalne Dades – 166 km de carretera y pistas
Llegamos a Marruecos un martes a mediodía y no volveremos a España hasta el sábado por la tarde. Aterrizamos en el aeropuerto de Ouarzazate, ya en la zona sur del país, y arrancamos directamente con los Jimnys de la expedición hacia nuestro primer alojamiento en Boumalne Dades.
Este es un día de toma de contacto, pero ya recorremos pistas bastante duras en las que las piedras se encargan de batir convenientemente la suspensión del coche. Bordeamos el sur del Atlas admirando los paisajes lunares y los colores ocres del inicio del desierto. De momento hablamos de tierra y piedras pero en unos días llegará también la arena.
El asfalto todavía es protagonista y nos invita a hacer las primeras reflexiones: este coche no está hecho para carretera, sino para campo, y en asfalto muestra muchas limitaciones.
La dirección está muy desmultiplicada y es tremendamente imprecisa, obligándonos a corregir la trayectoria constantemente incluso en línea recta. El coche es cómodo, pero acusa fuertes balanceos en curva que no invitan a realizar una conducción nada decidida sino muy tranquila. Los ejes rígidos tienen rebotes sobre asfalto irregular que contribuyen aún más a la imprecisión de trayectoria. Por último, a partir de 100 km/h el coche va muy alto de vueltas y no resulta cómodo ni por sonido ni por sensación al volante, por lo que ir a 120 km/h no es agradable (aunque sí es posible).
En esta etapa tiene lugar la única incidencia de todo el viaje: un pinchazo. Las ruedas de nuestros coches son de serie y por tanto de asfalto, así que es lo menos que podría pasar en este viaje sobre piedras afiladas en muchas ocasiones. Por suerte tenemos 9 ruedas de repuesto compatibles entre sí.
La conclusión del primer día es que este coche no es el más recomendable para alguien que lo vaya a utilizar en asfalto o en ciudad, aunque por su tamaño y su aspecto pueda parecer un buen coche urbano. En pistas, por el contrario, se desenvuelve como pez en el agua.
Etapa 1: Boumalne Dades – Todra – Erg Chebby – 322 km de paisajes increíbles
La primera etapa completa se convierte en un maratón de unas 10 horas al volante en el que ya entramos verdaderamente en materia. Más de la mitad del recorrido discurre por pistas de tierra y piedras y tenemos ocasión de cruzar las espectaculares gargantas del Todra y el Dades, entre paredes que parece que se van a venir encima del coche en cualquier momento.
En los largos tramos sobre piedras en los que no dejamos de «torturar» el coche durante decenas de kilómetros seguidos, nos damos cuenta de lo indestructible que resulta la estructura de doble eje rígido del Suzuki, que no emite ni una sola señal de sufrimiento.
Cabe destacar también que el interior parece hecho de una pieza y no genera grillos ni holguras en ningún momento, más allá de la vibración de nuestras propias cosas (cantimploras, móviles, cámaras…) distribuidas por el habitáculo.
El trabajo del climatizador automático también es notable, permitiéndonos mantener una temperatura confortable en el interior del coche, a pesar de los más de 35º que hay fuera.
Etapa 2: Erg Chebby – Dunas de Merzouga – Jugando en la arena mañana y tarde (66 km de dunas)
La segunda etapa es la etapa «mágica» del viaje. Dedicamos todo el día a subir y bajar por las dunas de Merzouga. En mi caso es la primera experiencia en dunas, hasta ahora siempre me había encontrado la arena en bancos más o menos horizontales o incluso en ríos de arena, pero nunca en forma de dunas para subir y bajar.
El paisaje es increíble, sólo se ve arena y más arena hasta el horizonte en un infinito mar de dunas del que sería muy difícil salir si no contásemos con un guía. El contraste del azul del cielo con los tonos de la arena quedará grabado en mi memoria para siempre.
Para entrar en las dunas hay que hacer un par de «retoques» al coche:
* Bajar las presiones hasta 1,3 bares aproximadamente.
* Quitar el fusible número 40, que controla el ABS y todos los sistemas de control de tracción.
La razón para bajar las presiones es obvia: aumentar la superficie de contacto con la arena y evitar que el coche se entierre.
La razón para eliminar los sistemas de control de tracción y estabilidad tal vez no esté tan clara, pero basta probar el coche con ellos y sin ellos para darse cuenta de que en arena son un impedimento más que una ayuda.
El problema de los sistemas electrónicos de control de tracción y estabilidad es que se basan en la utilización selectiva del freno, rueda por rueda, para repartir el par de giro. En general estos sistemas contribuyen a salir de situaciones complicadas, pero en arena es preferible que una rueda escarbe un poco a que se frene, porque nos corta la inercia del coche, que es lo más importante.
La técnica para conducir en arena es sencilla: mantener la inercia, girar con suavidad, coger impulso en las bajadas para afrontar las subidas y dejar que el coche fluya sobre la arena más virgen posible, que es la más compacta. La diversión está asegurada.
Así pues, pasamos todo el día con la tracción mecánica del Jimny, sin ayudas electrónicas. El simple hecho de no llevar diferencial central es más que suficiente para subir y bajar por las dunas con muchísimas garantías y su bajo peso lo convierte en un coche ideal para este terreno. Por su parte, los neumáticos de asfalto son perfectos para la arena, precisamente porque maximizan la superficie de contacto y tienen poco dibujo comparados con los neumáticos TT.
Esta jornada se convierte en mágica para todos los que tenemos la suerte de vivirla, y termina durmiendo en jaimas en el medio de las dunas.
Etapa 3: Erg Chebby (haimas) –Boumalne Dades – 333 km de vuelta al inicio con sorpresa final
La última gran etapa volverá a dejarnos grabados en la retina paisajes increíbles, sobre todo las grandes llanuras y los lagos secos que se prolongan hasta el infinito.
En esta etapa volvemos a encontrar un poco de todo, pero no sólo tierra piedras y arena sino también una lluvia torrencial que activó fuertes torrentes de agua que atravesaban las carreteras en puntos donde tendría que haber un puente si este fuese un país algo más desarrollado.
En estos casos, cuando el agua baja con mucha fuerza de lado a lado de la carretera lo mejor es observar lo que hace la población local antes de meterse en un lío. Lo que vimos es que los todoterrenos y los camiones pasaban sin problema, mientras que los turismos y motos esperaban pacientemente en la orilla a que las aguas volviesen a su cauce. La decisión fue seguir adelante y aunque se notaba un cierto arrastre en el Jimny en la dirección de la corriente, se podía pasar sin mayores problemas gracias a la buena altura al suelo (sólo las ruedas tocaban el agua, que habría arrastrado la carrocería río abajo).
En esta etapa hubo que bajar de nuevo las presiones y quitar los fusibles del ABS para subir a un impresionante mirador natural por una ladera de arena. De nuevo todos los coches consiguieron llegar arriba sin la más mínima incidencia, demostrando una capacidad de tracción sobre arena sobresaliente.
Etapa 4: regreso al aeropuerto y conclusiones
La última etapa es simplemente un traslado al aeropuerto por asfalto, que nos sirve para reflexionar sobre lo vivido y sacar algunas conclusiones interesantes sobre el coche. Lo mejor del Jimny ha sido su dureza real, demostrada en un viaje que pocos coches habrían resistido sin desmembrarse. El coche es durísimo.
También nos ha demostrado una excelente capacidad de tracción, especialmente en arena donde su baja masa lo convierte en un juguete perfecto para surcar las dunas, pero también en zonas trialeras en las que su corta distancia entre ejes y sus excelentes ángulos característicos son el arma definitiva.
Para circular por pistas a velocidad moderada es también un coche cómodo, aunque para ir realmente rápido se echa en falta una mayor distancia entre ejes que lo haga más estable. No es nada que no se solucione moderando la velocidad, pero para surcar llanuras tendremos que tenerlo en cuenta.
Por último, el punto débil del coche es claramente el asfalto. Su dirección, su comportamiento y sus limitadísimas prestaciones lo convierten en un coche poco recomendable para rodar en carretera y ciudad, donde se siente claramente como pez fuera del agua.
Con respecto a Marruecos, un país que he visitado en diferentes ocasiones, me vuelvo a llevar la imagen de sus impresionantes paisajes y de un pueblo hospitalario que nos recibe cada vez con los brazos abiertos y nos ofrece cuanto tiene con una sonrisa.
Gracias, Suzuki, por organizar este viaje inolvidable.