El de Takata es uno de los mayores escándalos de la historia, quizás el que más, de la seguridad en la industria del automóvil. Las últimas noticias que teníamos al respecto de este escándalo – en noviembre de 2017 – hablaban de 34 millones de coches afectados y 46 millones de airbags defectuosos, que han sido responsables de lesiones graves en muchos usuarios, e incluso de muertes. Hoy sabemos que otros 3,3 millones de coches serán llamados a revisión en Estados Unidos y todo apunta a que en los próximos años la lista de vehículos afectados seguirá creciendo, mientras el proceso de sustitución y reparación de airbags sigue, con la prioridad de reparar los coches más antiguos.
El escándalo ha golpeado a Takata, proveedor de diferentes componentes para el automóvil, como estos airbags, que no solo no protegen la vida y el cuerpo de sus pasajeros, sino que incluso agravan las consecuencias de un accidente por las lesiones que producen por estar defectuosos. Se habla de al menos 20 muertes y más de 180 heridos por el uso de airbags defectuosos Takata en sus coches.
Pero también ha golpeado a toda la industria del automóvil. En las últimas llamadas a revisión se solicitaba reparar los airbags defectuosos que podrían estar presentes en coches de los años 2009, 2010 y 2013, de marcas como Honda, Toyota, Audi, BMW, Daimler Vans, Fiat-Chrysler, Ford, General Motors, Jaguar-Land Rover, Mazda, Mercedes-Benz, Mitsubishi, Nissan, Subaru y Tesla.
¿Cuál era el defecto de los airbags para coches de Takata?
Decíamos que el problema de estos airbags no solo estaba en que no son capaces de proteger a los pasajeros de los coches en los que se montan, que es la función esencial de este sistema de seguridad, sino que incluso provocaban lesiones graves, y en ocasiones la muerte, a sus pasajeros.
El funcionamiento de un airbag se basa en un dispositivo pirotécnico que crea una pequeña explosión que permite que las bolsas se inflen muy rápido, lo suficiente como para proteger la cabeza, las extremidades, y en general el cuerpo de los pasajeros, y evitar que choquen contra el volante, y otros paneles del coche. El problema que se descubrió en los airbags Takata tenía que ver con un deterioro del material pirotécnico, por la exposición natural a la humedad y altas temperaturas que naturalmente se produce en un coche. Ese deterioro hacía que, en el momento de accionarse los airbags, estos provocaran una explosión aún más violenta, que podía provocar quemaduras de importancia a los pasajeros, e incluso proyectar trozos del soporte del airbag, en forma de metralla, contra el cuerpo de los pasajeros.
¿Cómo se está resolviendo el problema y reparando los coches?
Se estima que, de los más de 43 millones de airbags llamados a revisión, el 43% aún no habrían sido reparados. El escándalo de Takata no tiene precedentes y probablemente sea uno de los más importantes de la historia del automóvil, por sus consecuencias, por el número de vehículos afectados, y por la complejidad que implica.