Hoy cogemos la máquina del tiempo para retroceder a 2007, cuando Tata Motors anunció su asociación con el Grupo MDI. El objetivo: Una revolución en forma de tecnología para motores propulsados por aire.
Tata Nano: Un microcoche hiperecónomico
En aquellos momentos, el gigante de la India trabajaba en el desarrollo de un microcoche propulsado por gasolina. El Tata Nano sería el vehículo que llevaría a millones de familias indias de las dos ruedas, a las cuatro.
Para lograr ese objetivo pretendían dividir la diferencia de precio entre el coche más barato y la moto más cara. El entonces presidente del grupo, Rattan Tata, dijo que el Nano que planeaban sacar a la luz tendría un precio de 100.000 rupias (menos de 2.000 euros de la época).
Expo de Nueva Delhi 2008
El stand de Tata Motors durante la presentación del Nano fue todo un fenómeno que atrajo a las masas. Según dicen, la gente estaba agolpada contra los otros coches de exposición a la hora de la presentación. Esto se debía en parte a la aparición del anunciado microcoche más barato del mercado, pero, por encima de eso, a la intención de Tata de implantar su motor neumático al nuevo Nano.
Ahora tiene sentido la exaltación de los medios. El vehículo más barato y menos contaminante del mundo se iba a hacer realidad en el segundo país más poblado del planeta.
Para hablar del motor de aire comprimido, debemos subir a la máquina del tiempo otra vez. El fundador de MDI y ex desarrollador de motores de Fórmula 1, Guy Negre, comenzó a trabajar en el motor de aire en 1997. En 2004 empezó a mostrar algunos prototipos destinados a taxi y camión ligero.
Una forma de ver las cosas que tenía sentido
Negre opinaba que crear un automóvil ecológico que no fuese también económico es un sinsentido. «La gente no suele estar dispuesta a gastar dinero para ser respetuosa con el medio ambiente».
El funcionamiento de este tipo de motor tiene sus particularidades, pero, en esencia, a medida que el aire presurizado se libera desde un tanque de almacenamiento, se descomprime empujando un pistón, que enlaza a un eje de transmisión y que termina llegando a la rueda.
El proceso es de cero emisiones nocivas por el tubo de escape y el combustible, en bruto, se encuentra en cualquier lugar en el que puedas respirar. Tata afirmó en 2008 que el Nano tendría una autonomía cercana a los 200km y que llenar sus tanques de aire costaría el equivalente a 2.30€.
El aire que se escapó del globo y dejó al Nano sin potencia
A priori, todo parece beneficioso en este sistema. Cero emisiones, barato y una fuente casi ilimitada de combustible. No obstante, hay que tener en cuenta algo. El aire tiene que ser precomprimido. Esto quiere decir que en algún momento, un compresor debe gastar otro tipo de energía para crear el combustible del motor neumático.
A esto hay que añadir eso mismo. La presión. Cuanta más presión, más densidad de energía. Eso se traduce en más potencia y alcance para el automóvil, pero también en ser una bomba con ruedas. Por ello, los tanques de aire debían ser indestructibles o, como mínimo, ser capaces de fallar de manera segura.
A estos impedimentos técnicos se le unían los problemas de la fábrica con el Tata Nano de gasolina. En primera instancia, la planta donde se fabricarían no pudo ser construida donde querían, debido a la alta resistencia de los residentes locales que serían desplazados. Además, los primeros Nanos generaron mala imagen para Tata, pues tras la promesa de las 100.000 rupias, llegaron tres aumentos de precio. Eso y que algunos de los coches vendidos salieron ardiendo por motivos dispares, hicieron que el Nano no alcanzase las estimaciones del gigante indio.