Una de las paradojas del mundo moderno en el que vivimos. Un coche de hace 15 años apenas tenía más seguridad activa que un sistema de ABS – o un control de tracción en el mejor de los casos. Los airbags era todo lo que había en materia de seguridad pasiva avanzada. Un impacto frontal a baja velocidad podía provocar daños en carrocería y radiador, e incluso hacer saltar los airbags. Pero por normal general, eran daños de reparación sencilla y no demasiado costosa. Con un coche moderno, un impacto a baja velocidad tiene menos posibilidades de ocurrir, pero si lo hace, puede mandar a nuestro coche al desguace.
Según declaraciones de la aseguradora estadounidense Risk Theory, la carga tecnológica de los coches modernos hace mucho más fácil que sean declarados siniestro total en caso de accidente. ¿Por qué, si son coches más seguros que nunca? Es la pescadilla que se muerde la cola: la tecnología que evita accidentes en nuestros coches es muy cara y avanzada. Cuando esta tecnología se destruye en un impacto frontal, el montante de la reparación puede superar el valor residual del propio coche, y en multitud de ocasiones, las aseguradoras los llegan a declarar siniestro total.
Es paradójico, pero es muy cierto. Pensad en un coche moderno como el Volvo S90. Es una berlina capaz de frenar por sí misma, de mantener la distancia con el coche al que precedemos, de leer las señales de tráfico. El haz de luz de sus faros acompaña al giro del coche. Toda esta tecnología está basada en una complicada red de sensores de todo tipo, radares y cámaras de alta resolución, gobernada por un ordenador central con multitud de subsistemas. Según he leído recientemente en Jalopnik, una óptica frontal de un Volvo S90 tiene un coste de unos 2.200 dólares. Como lo oyes.
Esta óptica tiene disipadores de calor, motores eléctricos, varios LEDs diurnos y un diseño complicado. Es una obra de ingeniería, con un precio acorde. En un simple impacto frontal a 20-25 km/h quedaría completamente destrozada. Súmale otra óptica, el radar frontal, varios sensores y el reemplazo de los airbag del habitáculo, que han saltado desgarrando parte del salpicadero y los paneles interiores. Lo mismo ocurre con sus estructuras de deformación controlada, como ya os hemos contado en este artículo. Un golpe frontal de modesta importancia se puede convertir en una avería de cinco cifras con una facilidad pasmosa.
El Volvo S90 es un coche nuevo, y en estos momentos será reparado por el seguro con toda seguridad, ¿pero qué ocurrirá cuando el coche tenga 10 años y el golpe sea igual de caro? El valor del coche será muy inferior y el seguro preferirá declararlo siniestro total, aunque sea perfectamente reparable. Según el informe de Risk Theory, el pescador de este río revuelto son los desguaces, que se nutrirán de coches en aparente buen estado, con multitud de piezas y tecnologías aprovechables por los coches que aún ruedan en las carreteras.
Fuente: Automotive News