Europa trata de apretar a la industria del automóvil… intentando no ahogarla. Tal vez por eso uno de sus movimientos más recientes haya sido el de dar un respiro a los fabricantes que comercializan sus coches en la Unión Europea en su cumplimiento con los objetivos de reducción de emisiones de CO2.
El otro negocio de vender – y comprar – humo
Contaminar sigue saliendo caro. Y Bruselas no ha rebajado sus objetivos de reducción de emisiones de CO2, que obligan a los fabricantes a hacer que la media de emisiones homologada de sus coches vendidos en territorio comunitario no superen el umbral de los 93,6 g/km establecido para este año. De hacerlo, los fabricantes están obligados a pagar 95 euros por cada gramo excedido, y por cada coche vendido, lo que podría tener como consecuencia el pago de sanciones millonarias.
La Unión Europea propuso a los fabricantes que, en lugar de tener que saldar sus cuentas anualmente, tuvieran tres años para cumplir sus objetivos de reducción de emisiones y, por lo tanto, compensar el exceso de emisiones del ejercicio 2025 con los siguientes ejercicios 2026 y 2027, antes de pagar sanciones. Aún así, los fabricantes ya tienen un plan que pasa por Tesla para cubrir el posible incumplimiento.
El otro negocio de no contaminar
Lo que para muchos fabricantes de coches es un problema, para otras marcas que venden una cuota muy elevada de coches eléctricos e híbridos enchufables, o incluso que solo venden eléctricos, como Tesla, es una oportunidad. Los objetivos de reducción de emisiones generan un mercado de emisiones, en el que aquellos fabricantes más «limpios» pueden vender derechos de emisión a los más «contaminantes», para así cumplir con la hoja de ruta de la Unión Europea.
Un negocio que aunque desde un punto de vista pueda tener un punto oscuro, propicia una situación objetivamente positiva desde todos los puntos de vista, que es precisamente la de incentivar a los fabricantes más «limpios» para seguir siéndolo, encontrando nuevas líneas de negocio.
En el ejercicio 2024, Tesla se anotó un beneficio de 2.763 millones de dólares únicamente en derechos de emisión, entre los cuales se incluyen precisamente estos bonos que negocia con otros fabricantes. Hablamos de un 54% más del beneficio obtenido por este concepto en el ejercicio 2023. O en otras palabras, el pasado año Tesla obtuvo un beneficio en derechos de emisión de 1.621 euros por cada coche vendido.
El pool de Tesla
La gestión de estos derechos de emisión en la Unión Europea se lleva a cabo mediante la asociación de fabricantes. Marcas como Citroën, Opel, o Peugeot, contribuyen para una misma media de emisiones dentro de todo el grupo industrial que las alberga, que es Stellantis. Pero también pueden unirse a otros fabricantes con los que no comparten capital, como es el caso de Tesla, para rebajar esa media de emisiones y evitar las sanciones establecidas por Europa, a cambio de comprar derechos de emisión.
Stellantis, Toyota y Ford ya se habían unido a Tesla en este grupo, con perdón del anglicismo, también conocido como pool de emisiones. Ahora sabemos que, según ya ha aprobado la Comisión Europea, Honda y Suzuki también se unen a este pool de emisiones formado con Tesla (Automotive News). Mercedes-Benz, por su parte, también ha conformado un pool de emisiones con el fabricante chino Geely y sus marcas, con el que sí que goza de una relación estrecha, tan estrecha como para compartir desarrollo y producción de la marca smart. Geely cuenta con marcas como Volvo y Polestar.
En un momento en que las ventas de Tesla se han desplomado, ya sea como consecuencia de la involucración de Elon Musk en la recién formada administración Trump, o por los ciclos de sus productos que, como el Tesla Model Y, acaban de renovarse, no solo haría que los beneficios de la marca se resientan por la pérdida de ventas, sino también por la reducción de ingresos por derechos de emisión.
