No es ningún secreto que la Unión Europea está controlando exhaustivamente todo lo que tiene que ver con las emisiones de escape de los automóviles, si bien su normativa Euro 7 ha resultado ser menos estricta de lo previsto en esta línea. Sin embargo, existe un aspecto menos conocido de tal materia y es que, entre los fines medioambientales del organismo geopolítico en cuestión, está el de reducir las partículas liberadas por los vehículos a medida que desgastan sus neumáticos y frenos. Ahora ya hay una solución.
La razón olvidada, pero evidente, por la que los BEV no sólo tienen emisiones indirectas
Tanto los recubrimientos de los neumáticos sobre los que se apoyan y se desplazan los coches como las pastillas de freno que entran en contacto con los discos para reducir la velocidad están hechos de materiales que, con base en diversos estudios científicos, se han confirmado muy perjudiciales para la salud humana y animal. Ambos componentes se desintegran a medida que se consumen y son inherentes todo sistema de impulsión, de modo que ello también afecta a los automóviles eléctricos.
Estamos hablando de micropartículas de caucho y ferodo que, en palabras de la propia UE, generan más de 6 toneladas de residuos contaminantes cada año sumando todos los países miembros. El objetivo es que la totalidad de los modelos de coche declaren durante su homologación menos de 7 mg/km de microplásticos con esta procedencia (a partir de 2035, sólo se permitirán 3 mg/km). En el caso de los BEV, este problema es incluso mayor debido a su mayor peso.
The Tyre Collective: el mejor remedio, nacido fuera de la UE, gracias a unos estudiantes
Ante el elevado potencial nocivo de estas emisiones, a menudo pasadas por alto, tres jóvenes británicos (Hanson Cheng, Siobhan Anderson y Hugo Richardson), estudiantes de la Royal School of Art de Londres, han ideado un ingenioso dispositivo que es capaz de recolectar aproximadamente el 60% de esas partículas. El invento ha sido premiado internacionalmente y respaldado financieramente. Se trata de un tipo de contenedor específicamente diseñado para atrapar restos de goma, resina y metal cancerígenos.
Además de su eficacia probada para mejorar el medio ambiente en general y la salud humana en particular, ya hay indicios de que la UE está considerando la idea y podría llegar a exigir su implementación por parte de todos los fabricantes de automóviles que operen en su mercado comunitario. Por ahora, se ha emprendido una compañía llamada The Tyre Collective, que propone un modelo de negocio escalable y rentable. Se halla colaborando con varias firmas de la industria.
Según la «startup», los residuos almacenados en estas cajas, que se instalan detrás de cada rueda como si fueran guardabarros, se pueden vaciar y reciclar, de forma que ese caucho y ese ferodo desprendido de sus piezas originales tenga un segundo, tercero o infinito uso. Algunos de los ejemplos que se mencionan son la producción de suelas de zapatillas, de pavimentos para zonas de juegos infantiles, de materiales aislantes y de compuestos insonorizantes, todos costosos energéticamente.