Si hablamos de fiabilidad, los coches japoneses son los reyes absolutos del cotarro. Especialmente los construidos en los años noventa y la primera década del siglo, antes de que la electrónica hiciera demasiado acto de presencia. Coches de mecánicas sencillas, que además destacan por una tremenda durabilidad, que cimentó la reputación de oro de marcas como Honda o Toyota. Aun a día de hoy seguimos viendo destellos de gloria de aquella época. Sin ir más lejos, un Toyota Corolla del año 1993, que acaba de cumplir dos millones de kilómetros.
Tal y como lo oyes. El coche, concretamente, es un Corolla Station Wagon del año 1993. Un coche familiar de lo más sensato y convencional. Uno de esos coches «grises» que durante años y años pasó completamente desapercibido. Sin embargo, ya no es tan habitual ver en circulación coches a los les separan casi 30 años de su primera matriculación. El coche fue adquirido en el año 2000 por Graeme Hebley, un repartidor de diarios que se mueve entre las ciudades neozelandesas de Wellington y New Plymouth seis días a la semana.
Toyota Corolla
En cómputo medio, este trabajador, casi ya retirado, recorre 5.000 km a la semana por carretera con su Corolla. Adquirió este coche en el año 2000, cuando lo adquirió con unos 80.000 km en su odómetro. El coche, curiosamente, había servido en un trabajo similar en Tokyo – repartiendo patatas fritas – de donde fue exportado a Nueva Zelanda, ya que allí se conduce por la izquierda. Desde entonces, el coche ha recorrido 1.920.000 km adicionales. Y aquí llega el dato verdaderamente impresionante: los ha hecho con el motor y cambio originales.
Hasta donde se puede leer en la noticia, ni el motor ni el cambio han sido reconstruidos. La combinación mecánica es a prueba de bombas: un motor atmosférico de gasolina y cilindrada media, posiblemente asociado a un cambio manual de cinco relaciones – la noticia no explicita si su cambio es automático, pero un manual es más duradero. Más sencillo imposible. Por supuesto, la extrema durabilidad mecánica del coche no solo se debe a una construcción robusta, buenos materiales y buena ingeniería. El factor humano es clave.
Y con ello me refiero al cuidado y mantenimiento. Graeme lo conduce con suavidad y lleva a cabo un mantenimiento exhaustivo de su mecánica. Cada dos semanas o 10.000 km, el coche recibe un cambio de aceite y una revisión visual de toda su mecánica. Ya se le ha cambiado 20 veces la correa de distribución y componentes como rodamientos o amortiguadores son considerados consumibles. Con todo, el taller Guthrie’s Auto Care, donde el coche siempre ha sido mantenido, afirma que es el coche más fiable y con más kilómetros que han visto nunca.
Su dueño no quiere deshacerse de él y lo seguirá usando de continuo. Cree que el coche le sobrevivirá, y a tenor de lo visto, nos lo podríamos creer perfectamente.
Fuente: autoevolution