Si uno piensa en Toyota, pensará irremediablemente en sus coches híbridos, popularizándolos desde principios del siglo XXI con aquellos Prius de primera y segunda generación. Ahora bien, aunque no ha avanzado tanto en el mercado de coches eléctricos, las ideas que tiene Toyota pueden revolucionar el mercado y desafiar completamente la lógica que tenemos hoy día. De hecho, desafían totalmente las tendencias actuales del mercado.
Los prototipos que adelantan un futuro diferente para los coches eléctricos
A principios de 2023, en el Salón de Tokio, Lexus presentó sus prototipos LF-ZC y LF-ZL, un coupé y un crossover. Ambos tienen un lenguaje de diseño arriesgado, algo a lo que Lexus nos tiene acostumbrados, así como el objetivo de llegar al mercado para 2026 con un coeficiente aerodinámico de 0,2. Quizás no sea tan evidente en el caso del crossover, pero sí en el ZC.
Ambos coches se caracterizan por una línea de cintura baja y una posición de conducción baja, de manera que la respuesta de conducción se optimiza (Automotive News Europe). De hecho, hasta se podrían ver las rodillas de un peatón que se sitúe frente al morro del coche. ¿Cómo es esto posible en un coche eléctrico? Pues he aquí el gran reto, casi la gran rebelión que Toyota plantea a la industria de la automoción.
Y es que los SUV, si se comparan con coches con una línea de cintura baja (como deportivos o compactos prestacionales) son enormes – desde la posición de conducción, es como si un oriental promedio se abriese paso ante un pueblo holandés o escandinavo. Nos hemos acostumbrado a líneas elevadas, a conducir sobre el coche en vez de ir dentro. Esto va a más en el caso de coches eléctricos, para poder alojar baterías de gran tamaño y peso en la parte baja de los vehículos.
Esto no sólo incrementa el peso hacia niveles astronómicos como hemos visto con varios modelos recientes, sino que al ser más altos, hace que respondan con más ‘vagancia’ (salvo casos de conjuntos muy rígidos sacrificando confort, aunque hay casos de SUV premium donde la respuesta sí está muy conseguida), además de aumentar el agujero de aire con el que el coche penetra de manera que el coeficiente aerodinámico es peor – afectando al consumo y, en casos de coches de combustión, a las emisiones. La búsqueda de amplitud ha llevado a coches más anchos además de enormes superficies frontales, lo que aumenta aún más esta cuestión aerodinámica.
El gran reto, crear baterías y sistemas de propulsión compactos
La propuesta de Toyota y Lexus sería viable si y solo si se desarrollan baterías más delgadas, con una mayor densidad de potencia y que pudieran ofrecer potencia y autonomía en un espacio más compacto. Si el desarrollo fuera el previsto, estas baterías podrían estar en 2026, permitiendo la existencia de coches eléctricos con más dinamismo y más compactos, sin alargarse los extremos al poder reducir el espacio para el inversor y demás componentes mecánicos.
Evidentemente, una cosa es crear sistemas más compactos para hacer que los vehículos eléctricos no tengan que ser tan altos…y otra cosa es cambiar las tendencias del mercado, los gustos de los compradores que se han acostumbrado a conducir a más de medio metro sobre el suelo. Ahora bien, una tendencia de coches más pequeños, ligeros (literalmente, la propuesta de Suzuki para su futuro) y que requieran baterías más compactas sí podría llevar potencialmente a un camino más sostenible para la industria.