Salir de la oficina. Dirigirte a la estación de tren. Cenar en el tren. Acomodarte en tu camarote y echarte a dormir. Despertarte, ducharte y desayunar. Bajar del tren en el centro de París. Los viajes nocturnos en tren, a muchos, probablemente pueda resultarnos una aventura, digna de chavales recorriendo Europa con unos cientos de euros. Una compañía francesa promete crear una red de hoteles sobre raíles que conecte París con algunas de las principales ciudades europeas, incluidas Madrid y Barcelona. Y hoy queremos contaros por qué esta idea tiene mucho futuro y, también, por qué me parece una gran idea y estoy deseando que suceda.
Cuando uno piensa en viajes de larga distancia probablemente piense en Interrail, o incluso en el que quizás sea el tren más famoso de todos, el Transiberiano. Al pensar en este tipo de viajes es fácil caer en los tópicos, o incluso en el romanticismo. Cuando uno piensa en una ruta en tren como la del Transiberiano, con sus cerca de 10.000 kilómetros, con más de una semana de viaje, empezando en el este de Europa para recorrer toda Rusia, para llegar hasta los confines del continente asiático, es fácil caer en el romanticismo.
Pero el que escribe estas líneas puede hablaros desde la experiencia, la de haber viajado en el Transiberiano. Y por lo tanto contaros por qué los viajes en trenes cama nocturnos son una gran idea y, como veremos a continuación, una alternativa necesaria.
Viajes de larga distancia con bajo impacto ambiental
Si la industria del automóvil está sufriendo, de lo lindo, para avanzar en su estrategia de transición energética, pensar en una industria de la aviación sin emisiones de gases de efecto invernadero se antoja poco menos que preparar el guión de una película de ciencia ficción. Y si Europa quiere minimizar, hasta acabar con ellas, las emisiones, no queda otra que plantear alternativas. La iniciativa Midnight Trains pretende conectar París con Madrid, Barcelona, Oporto, Bruselas, Edimburgo, Copenhague, Berlín, Hamburgo, Milán, Venecia, Florencia y Roma, con una red de trenes nocturnos, con camarotes privados, restaurantes, aseos completos con ducha y, por lo tanto, todo lo necesario para tener la consideración de tren sobre raíles.
Su objetivo principal es que en 2024 exista una alternativa eficaz a los viajes de larga distancia en avión, con el objetivo puesto, sobre todo, en minimizar el impacto de los viajes de larga distancia en Europa. Los viajes de ocio en avión se enfrentan a numerosos retos, el coste medioambiental que, necesariamente, se traducirá al coste económico, incluso el estigma de lo que, para muchos, no sería una actividad sostenible.
Pero, independientemente de nuestra sensibilidad medioambiental, los viajes en trenes cama nocturnos pueden ser una idea excelente, desde el punto de vista práctico.
Trenes cama, una solución realmente práctica
Como os decía, a la hora de hablar del Transiberiano es fácil caer en el romanticismo. Un servidor, que ha tenido esa experiencia, os puede confirmar que no lo recordará por las aventuras vividas sobre raíles, por experiencias en los andenes de ciudades impronunciables en medio de Siberia, ni por paisajes espectaculares, que 15 minutos después de salir de Moscú apenas cambiarán, durante miles de kilómetros, ni tan siquiera al llegar a Irkutsk, bañada por el lago Baikal, ni a Vladivostok, a orillas del océano Pacífico. Lo recordaré por lo práctico que me resultó viajar, descansando, para reponer fuerzas después de días intensos visitando Moscú y San Petersburgo, para visitar en el día ciudades siberianas como Novosibirsk y volver al tren a la hora de dormir, o coger fuerzas para visitar ciudades como Irkutsk y desviarme de la ruta transiberiana original para llegar a la hora del desayuno a Ulán Bator o a Pekín, con todo un día por delante para aprovecharlo al máximo.
Viajar por Europa intercambiando el avión, por el tren, y noches de hotel, por camarotes sobre raíles, se me antoja una idea más que apetecible. Y estoy convencido de que en el futuro prosperarán más iniciativas como esta. Actualmente, gracias a la alta velocidad, es factible viajar en ferrocarril entre Madrid y París en 13 horas.
Tal vez me haya podido la nostalgia pandémica. Pero esta noche me subiría a un tren, sin pensármelo, sabiendo que mañana podría dedicar el día a visitar el Louvre o pasear por los Campos Elíseos. Para coger de nuevo un tren, despertarme en Berlín, y pasar el fin de semana haciendo una parada en cada bar de Kreuzberg. Y estar de nuevo el lunes desayunando en mi casa, con el ordenador encendido y preparado para volver a teclear. Todo ello viajando en tren y reservando únicamente una noche de hotel.