El coche eléctrico ha de ser, por cabezonería, la única solución plausible pese a que aún tiene mucho que resolver para ello, tal y como los tiempos de carga. Pues bien, una muy buena solución es un sistema infinito que depende de tan solo la gravedad para recargar sus baterías. Interesante, ¿verdad? Pues no te ilusiones demasiado porque lo equipa un tren y no es funcional en el coche eléctrico.
Se trata del proyecto propuesto por Fortescue Metals Group y su subsidiaria británica Williams Advanced Engineering, y lo han bautizado como Infinity Train. Se trata, por optimista que pueda sonar, de un tren infinito -aunque sea cogido con pinzas, porque realmente no es infinito- capaz de circular sin descanso gracias a la fuerza de la gravedad y, por ende, a la energía cinética.
La gravedad, la única fuente de energía que requieren las baterías de este tren
A grosso modo estamos ante un tren que se encarga de transportar lo extraído de una mina ubicada en las montañas australianas hasta la costa, o lo que es lo mismo, un total de 620 kilómetros conformados por desniveles capaces de ayudar a que el sistema de carga regenerativa funcione correctamente y con 42 toneladas de carga por vagón. Y no, no equipa ninguna avanzada tecnología imposible de adaptar al coche eléctrico, pero sí cuenta con unas condiciones muy favorables.
Y es que el sistema de carga regenerativa lo encontramos en cualquier coche híbrido o eléctrico, y es la forma en la que estos recuperan electricidad a raíz de las deceleraciones y frenadas. Funciona, pero no permite que nuestro vehículo electrificado pueda obviar por completo a la muchas veces tediosa carga externa. Entonces, ¿por qué este tren sí que puede vivir tan solo de la fuerza gravitatoria y de la energía cinética?
Lo primero porque realiza constantemente un trayecto cerrado y único con la misma orografía, siendo este el primer punto clave. Y es que el Infinity Train cubre un camino entre la mina y la factoría que es, en su mayoría, cuesta abajo, además de cubrirlo con una gran carga a sus espaldas -siendo este el segundo punto clave-. Esto implica un aspecto crucial: realiza la mayor parte del trayecto frenando, lo que favorece la recarga por energía cinética.
Cuando llega a su destino y descarga, cuenta con tal energía en sus baterías que es capaz de volver a la mina sin requerir de carga alguna, especialmente porque el trayecto de vuelta lo hace completamente vacío. Esto no solo permite reducir drásticamente las emisiones de CO2, sino también tener al tren en funcionamiento 24 horas y sin descanso alguno. Pero es algo pretencioso bautizar a este tren como «infinito», ya que también depende de energías externas que no son infinitas, tales como la que emplea el hombre -ya sea por medio de una pala o una grúa- para cargar los vagones.
Si en el vehículo eléctrico se pudiese explayar la obtención de energía por medio de cinética podríamos olvidarnos de la carga externa. No obstante, resulta sumamente complicado al no encontrarse en situaciones tan concretas y favorables como las del Infinity Train, lo que da alternativas no solo a una industria que igualmente contamina mucho como la ferroviaria, sino también a otras ideadas única y exclusivamente para el transporte de mercancías.
Pero, ¿es realmente tan eficiente como promete?
Aunque bien es cierto que la compañía no ha desvelado demasiados detalles sobre el funcionamiento del Infinity Train, más allá de lo explicado unos párrafos más arriba, seguramente no estemos ante una tecnología implacable. Y es que al fin de cuentas estamos ante un sistema que funciona de manera muy similar a la frenada regenerativa de un coche, por lo que vamos a analizarlo partiendo de dicho punto.
En condiciones normales, la energía cinética se transforma en calor debido a la fricción entre la pastilla y el disco, por lo que esta se pierde. Sin embargo, los coches que equipan un sistema de frenada regenerativa no solo actúan con el sistema de frenado convencional, sino también acumulando energía en una batería.
Esto último es lo que pasa en el tren infinito, solo que en un exponente mucho mayor. Sin embargo, siempre existe cierta pérdida de energía independientemente del sistema. En el caso del Infinity Train existe también esa pérdida, pero es tal la acumulación que, de momento, puede realizar viajes de ida y vuelta sin parar, salvo que las circunstancias lo impidan.
Y es que aunque la orografía sea siempre la misma así como la carga que transporta, favoreciendo que el trayecto de ida sea siempre frenando, los cambios climatológicos y otros factores pueden afectar a su eficacia. ¿Qué pasaría en este escenario? Porque una situación perfectamente factible sería la del tren quedándose sin energía debido a unas condiciones desfavorables que, por ejemplo, obstruyesen las vías.
Sea como fuere, lo que está claro es que la industria marítima y ferroviaria -también la área- contribuyen a la contaminación tanto o más que la automovilística. Soluciones como la que plantea el Infinity Train pueden ser viables, pero no fuera de un contexto tan concreto e idílico como del que goza este, por lo que extrapolarlo será difícil e impedirá que sea una solución genérica y apta para todo tipo de trenes.