En un contexto como el actual, en el que los precios de los coches nuevos no han parado de subir -ni hay visos de que vayan a hacerlo- cada vez más potenciales compradores viran hacia el mercado del coche usado en busca de coches con una relación calidad-precio más favorable y también, porqué no decirlo, de una disponibilidad mayor y más rápida. Sin embargo, también es cierto que los coches usados pueden esconder ciertas «sorpresas» no del todo agradables en su historial, como un pasado relacionado con la industria del alquiler.
Seguro que más de una persona de las que está leyendo este artículo ha hecho uso, alguna vez, de un coche de alquiler: coches que, por una cuota diaria, puedes conducir con -casi- total libertad como si de tu propio coche se tratase, una solución que nos puede sacar de más de un apuro. Eso sí, también sabemos que muchos conductores pueden utilizar de manera digamos «intensa» los coches de alquiler, lo que a la larga puede suponer un desgaste prematuro de buena parte de sus componentes.
Los coches de alquiler, pasado un tiempo de servicio, suelen retirarse de las flotas de las empresas alquiladoras para su posterior venta en el mercado de segunda mano, de manera que muchos potenciales compradores de coches usados pueden terminar llevándose a casa un coche cuyo pasado haya estado relacionado con el alquiler de vehículos, una característica que puede ser una sorpresa poco agradable para su nuevo dueño. Eso sí, es posible saber si tu «nuevo» coche usado ha sido de alquiler, y es más simple de lo que pensabas.
Cómo saber si tu «nuevo» coche ha sido de alquiler
Lo hemos mencionado muchas veces, pero seguimos haciéndolo y no nos cansamos de repetirlo: a la hora de comprar un coche de segunda mano, es más que recomendable conocer en la mayor medida posible el historial del coche que estamos adquiriendo. Al fin y al cabo, la compra de un vehículo es una de las grandes inversiones que realizamos a lo largo de nuestra vida, de manera que llevar a cabo ese gasto de manera segura es una gran decisión.
Por eso es casi obligatorio que a la hora de adquirir un coche usado, antes de hacerlo, solicites un informe completo a la Dirección General de Tráfico, un informe detallado que, con un coste de poco más de 8€, te permitirá conocer detalles como el número de dueños anteriores que ha tenido el vehículo, el kilometraje en caso de que ya se haya llevado a cabo alguna inspección de ITV, la existencia de cargas o trámites pendientes que impidan la transmisión del vehículo o los diferentes usos a los que ha sido destinado el mismo con anterioridad.
Los coches que anteriormente han sido de alquiler y ahora se encuentran a la venta suelen tener características comunes entre sí: kilometrajes no muy altos, una antigüedad no muy elevada (dos o tres años como mucho), equipamiento medio y colores no muy llamativos: abundan los blancos, los negros y los colores oscuros como azules o grises.
Sin embargo, no deberías fiarte únicamente de estas «pistas», ya que no son suficientes. El dato clave lo vas a encontrar en el historial de propietarios y usos del vehículo, donde todos los coches de alquiler llevan «marcadas» tres siglas que determinan su pasado: A.S.C, tres siglas que hacen referencia a vehículos de «Alquiler Sin Conductor».
Me he comprado un coche ASC, ¿y ahora qué?
Si encuentras esas tres siglas en la ficha técnica del coche, no tengas duda, ya que se trata de un vehículo procedente de una empresa de alquiler. Lo puedes saber también por la clasificación administrativa que aparece en el permiso de circulación: Si aparece tras el epígrafe «Clasificación del vehículo» el código 1040 significa que ha sido usado para alquilar. Si hemos comprado el coche, debemos actualizar este código a 1000 que es el de uso de turismo particular.
Por otro lado, puedes llevar a revisar tu vehículo si te quedas más tranquilo, pero no te desesperes: que tu reciente compra proceda de una empresa de alquiler de coches no es malo de por sí, sino que simplemente debes tener en cuenta que se trata de vehículos que han tenido una utilización algo más intensa en los primeros compases de su vida útil, aunque sus mantenimientos han sido siempre exquisitos como no puede ser de otra manera procediendo de una empresa de alquiler para la que un coche parado supone una pérdida de dinero y una disminución de ingresos.
