Apenas quedan treinta días para el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Un acontecimiento y una puerta abierta cuanto menos a la incertidumbre, también en Europa, alrededor de aquellas intenciones que durante su campaña presidencial, primero, y como presidente electo tras haber arrasado en las Elecciones presidenciales del 5 de noviembre, después, ha ido haciendo públicas.
El plan de transición de Donald Trump
Entre las incertidumbres que se ciernen sobre la presidencia número 47 de los Estados Unidos cuestiones importantes que atañen, en lo particular, al vehículo eléctrico, pero que formarían parte de un plan mucho más extenso que amenaza con una transformación mayor de las relaciones económicas entre Estados Unidos y el resto del mundo, e inexorablemente del conjunto de las relaciones económicas mundiales, en toda su extensión.
Por delante, 30 días en los que irán surgiendo nuevas informaciones alrededor de los planes de Trump, rumores, y nuevas incertidumbres, que en poco más de un mes comenzarán a aclararse.
La motosierra de Trump se ceba con el coche eléctrico
Reuters habría tenido acceso a un documento en el que se incluyen las recomendaciones con las que trabaja el equipo de transición que ya está trabajando en el relevo de Biden, y de algunas de las medidas que han marcado su mandato, por Trump.
Según este documento, que no habría sido hecho público hasta ahora, estarían en peligro los incentivos para la compra de vehículos eléctricos impulsados por la administración Trump, en forma de exenciones de impuestos. También se habría previsto la exención de informes medioambientales para llevar a cabo «proyectos de financiación federal en infraestructuras para vehículos eléctricos» relacionados con producción y reciclaje de baterías, estaciones de carga y minerales críticos.
Según Reuters, las medidas formuladas en este documento parecen estar más orientadas a «incentivar la producción doméstica de baterías, principalmente para proyectos relacionados con la defensa» que a apoyar y «proteger a los fabricantes de coches, incluidos aquellos que producen vehículos eléctricos en Estados Unidos».
La cadena de valor del vehículo eléctrico cuestión de Seguridad Nacional
Especialmente relevantes aquellos apartados que atañen a las relaciones económicas de los Estados Unidos con otros mercados. Si por algo se caracterizó la administración Biden fue por establecer importantes limitaciones, en forma de aranceles, para la entrada en Estados Unidos de vehículos eléctricos fabricados en China. Limitaciones que se apoyaron en justificaciones económicas. Las justificaciones que habría definido el equipo de transición de Trump estarían más centradas en el ámbito de la seguridad nacional y la defensa.
Entre los aprovisionamientos que se verían afectados por estas restricciones estarían aquellos que implican a un nivel crítico a la cadena de valor del vehículo eléctrico, como son las baterías, sistemas de carga y minerales esenciales para su producción. La estrategia del equipo de Trump pasaría por limitar las importaciones, pero también las exportaciones específicamente a «naciones adversarias», apoyándose en la investigación de la Sección 232, que determina los efectos de las importaciones en la Seguridad Nacional.
Es precisamente la Sección 232 la que ha justificado otras acciones que en el pasado se han llevado a cabo para limitar las actividades de compañías tecnológicas chinas, como Huawei.
Europa también está en el punto de mira
El documento refleja también el papel instrumental que jugarán los aranceles como «herramienta de negociación» con terceros países, también en lo referente al vehículo eléctrico, con objeto de incentivar las exportaciones de vehículos eléctricos estadounidenses. La amenaza de aranceles, sobre el sector del automóvil u otros sectores, pretenderían ayudar en esas negociaciones que permitan aumentar la cuota de mercado de vehículos eléctricos fabricados en Estados Unidos en otras economías, como en Unión Europea.
Trump ya ha amenazado empleando la palanca de los aranceles, a otros mercados, como China, e incluso a economías muy estrechamente vinculadas a la estadounidense, como México y Canadá, amenazando con aranceles en una búsqueda de una resolución de una problemática bien diferente a la que nos ocupa en este artículo, la de la crisis sanitaria provocada por los opiáceos y la crisis migratoria de la frontera sur.
Un riesgo real para la industria del automóvil eléctrico
Limitar o acabar con las inversiones en proyectos de vehículos eléctricos o los incentivos que impulsó la administración Biden, con la Inflation Reduction Act, podrían poner en peligro a la industria del automóvil eléctrico en los Estados Unidos. Serían un riesgo real para marcas de automóviles tradicionales, que en los últimos años han impulsado sus proyectos para desarrollar y producir vehículos eléctricos en Estados Unidos.
También para marcas que ya se han consolidado, como Tesla, a pesar del apoyo que ha prestado el propio Elon Musk a la campaña de Trump, y a que este mismo podría formar parte de la nueva administración que ocupará la Casa Blanca.
Pero aún podrían suponer un riesgo mayor para compañías de vehículos eléctricos en fase de desarrollo, como Rivian, que se encuentran en una fase crítica, y a la espera de inversiones importantes – tanto públicas, para desarrollar su infraestructura industrial, como privadas, por su proyecto común con el Grupo Volkswagen – en la que serán muy sensibles a la demanda doméstica de vehículos eléctricos.