Muchas veces se han dado casos de pájaros que colisionan con aviones en pleno vuelo, dando a parar con sus huesos en las turbinas del mismo. Al contrario que las susodichas aves, las turbinas de los aviones suelen salir indemnes de la colisión. Pero, ¿Qué pasaría si esto mismo ocurriese con el turbocompresor de un coche? Es algo que merece la pena observar.
Turbocompresor vs paloma, ¿aguantará el turbo?
Obviamente, no se va a experimentar con pájaros de verdad, pero sí con masas similares. En primer lugar, en este experimento se utilizan pequeñas perlas de colores, las cuales son destrozadas sin mucho esmero por las aspas del turbocompresor. También se prueba con un plátano, el cual con ayuda de otro motor que acelere aún más el turbo acaba convirtiéndose en smoothie en cuestión de segundos.
El turbo es capaz de digerir tanto un bote de gelatina como unos tomates, buscando objetos cada vez más y más sólidos como huevos de gallina, salchichas…hasta llegar a una paloma. Por suerte, no una de verdad sino una hecha de madera. En cualquier caso, queda demostrado que un turbocompresor debería, al menos sobre el papel, sobrevivir sin problemas al impacto directo de un animal, sin daños graves a sus componentes internos. El experimento, eso sí, no acaba ahí.
Eso sí, es muy interesante ver lo que pasa cuando se le tira al turbocompresor un trozo de pollo como el que podemos encontrar en cualquier supermercado. La carne la desmenuza sin problemas y la acaba convirtiendo en puré, pero los huesos se quedan intactos sin que las aspas lleguen a trocearlo. Pero espera, hay más.
El siguiente paso era con la rama de un árbol, como uno se podría encontrar en caminos off-road con un todoterreno. La rama, con las hojas incluidas, acaba hecha serrín sin que afecte al funcionamiento del turbo. En cambio, un trozo de plástico sobrevive al turbo, mientras que con unos limpiaparabrisas el turbo no sólo no los succiona, sino que las aspas sí acaban dañadas al chocar con la parte de acero dentro de los mismos.
Incluso aguanta una rama y objetos metálicos pequeños, en el supuesto de que llegasen hasta la turbina
Para rematar el experimento y el propio turbo, en este vídeo se utilizan tornillos, tuercas y toda clase de piezas metálicas pequeñas, que aún así es capaz de tragar y continuar funcionando. Incluso con un buen puñado de cigarrillos y una barra de metal, aunque dañe las aspas, el interior del turbocompresor sigue girando y girando sin parar. Así que sí, aguantaría un impacto con un pájaro. Y mucho más.