Llega el fin de una era para Rolls-Royce, y el principio de otra. Acaba de ser entregado el último Rolls-Royce Phantom VII a un cliente británico. El actual Phantom se despide así, con la promesa de una nueva generación, que llegará al mercado en 2018 sobre una plataforma completamente nueva, que compartirá con el Cullinan, el primer todocamino de la exclusiva marca inglesa. El Phantom se despide con una unidad absolutamente majestuosa, representativa de la dedicación y atención al detalle de los artesanos de la marca.
Rolls-Royce Phantom
Este precioso Rolls-Royce Phantom de batalla larga y carrocería de cuatro puertas ha sido encargado en el tono Blue Velvet, con un perfil lateral enmarcado por unas finas líneas en contraste, inspiradas de nuevo en el mundo náutico. Los neumáticos son white-walls, y el mítico «Espíritu del Éxtasis» es de plata maciza. A este absolutamente arreabatador exterior le acompaña un habitáculo que destila clase en estado puro. Sin duda alguna, la labor de marquetería destaca por encima de otras labores artesanales.
Presente en las puertas y en el salpicadero, imita la forma de un transatlántico, surcando las olas del mar. Es una preciosidad, y un complemento perfecto al color Powder Blue en el que se ha teñido el cuero cosido a mano de los asientos. Los artesanos de la marca han tejido unas alfombrillas de lana con costuras que imitan las mareas del mar. En palabras de Rolls-Royce, una alegoría al Phantom, comparable a una marea, que abandona el mundo del automóvil dejando tras de sí una huella indeleble.
Otro detalle exclusivo de esta versión es el reloj que preside la consola central. Un reloj con los 24 husos horarios, inspirado en la máquina del tiempo de H.G. Wells – o los grandes viajes de principios del Siglo XX, si lo prefieres. Bajo el capó, palpita el sedoso motor V12 atmosférico de 6,75 litros de cubicaje. Un enorme motor de 460 CV de potencia, que mueve al Rolls-Royce con la presteza suficiente, pero sin presura. Un motor que será reemplazado por un V12 biturbo de origen BMW en su próxima generación.
En palabras de Rolls-Royce, el final del Phantom marca el fin de la última «gran aventura automovilística». En muchos aspectos, el renacer de Rolls-Royce fue posible gracias a la inyección monetaria de BMW, que vio el potencial de la marca. Gracias a la inversión alemana, Rolls-Royce pudo contratar a 1.700 artesanos británicos, que han rematado a mano cada coche fabricado por la marca. Todos y cada uno de los Phantom han sido personalizados: ningún Phantom fabricado es igual al anterior.
BMW también permitió a Rolls-Royce el desarrollo y fabricación de una plataforma y motor completamente nuevos, sin escatimar una sola libra esterlina. La marca británica ha crecido en volumen, y tanto los Ghost como los Wraith y los Dawn ya han sido construidos sobre una plataforma modificada de origen BMW, con motores V12 biturbo alemanes. Los Cullinan y el futuro Phantom serán construidos sobre un nuevo bastidor modular de aluminio. En ellos se espera una mayor carga tecnológica y estandarización de procesos.
¿Cómo será el futuro de Rolls-Royce? La marca no abandonará la artesanía en lo tocante a interiores y personalización, y seguirá manteniendo su filosofía de total dedicación al cliente y máxima personalización. El lanzamiento del Cullinan – claramente posicionado para hacer frente al Bentley Bentayga, primer todocamino de Bentley – y un nuevo Phantom expandirán aún más sus ventas, con récords de ventas en ciernes. ¿Disminuirá la calidad de Rolls-Royce al acercarse a una marca de volumen?
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