Actualizado: la Comisión Europea ha anunciado la aplicación de aranceles adicionales del 21% al 38,1% a los coches eléctricos fabricados en China.
Salvo sorpresa mayúscula, estamos ante las últimas semanas en las que aún podremos comprar algunos de los grandes chollos que tanto han dado que hablar en los últimos meses. Coches y marcas que han llegado al mercado recientemente y que, fabricados en China, y gracias a su precio, han comenzado a situarse entre los más vendidos en Europa.
Se acabó el chollo de los coches Made in China
La Unión Europea impondrá nuevos aranceles a los coches fabricados en China que, a la espera de cómo lo repercutirán sus respectivas marcas e importadores, necesariamente encarecerán su precio final. Según publica Financial Times, que cita a fuentes conocedoras de los movimientos que se están produciendo en Bruselas, se espera que se imponga un arancel adicional del 25%, que comenzaría a aplicarse el próximo mes.
Los afectados, en principio, serían coches fabricados en China. También se apunta a que los aranceles se aplicarán a los coches eléctricos, de manera que aún no sabemos qué consecuencias podría tener esta medida en otros muchos coches fabricados en China que están llegando a Europa y que no son completamente eléctricos, sino de gasolina, híbridos, o híbridos enchufables.
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La Unión Europea quiere apretar, pero no ahogar al coche chino
La medida llega inmediatamente después de que en Estados Unidos se impusiera un arancel del 100%, lo que a efectos prácticos significa dejar completamente fuera del mercado a aquellos coches y marcas a las que sean de aplicación estas tarifas. En Europa no se esperan aranceles tan elevados, que impedirían llevar a cabo los planes de expansión de todo un aluvión de marcas chinas, y de coches de marcas occidentales fabricados en China, que han irrumpido en Europa en los últimos años, aunque necesariamente sí lo dificultarían.
Reuters apunta que ni los responsables de exteriores de la Unión Europea, ni de la República China, habrían hecho comentarios al respecto de esta noticia.
Recordemos que la imposición de aranceles llegaría después de que la Unión Europea alertara en septiembre de 2023 de la «distorsión en el mercado» que estaba provocando el «aluvión de vehículos eléctricos baratos que inundan los mercados globales», y las condiciones que lo habrían propiciado, acusando a China de subvencionar a su industria para ser más competitiva en Europa. Así lo habría expresado la propia Ursula von der Leyen.
En el punto de mira, la intervención del sector público chino
La Unión Europea inició así una investigación para identificar esas posibles prácticas anticompetitivas, y en función de ellas proceder a establecer un mecanismo para compensarlo, que a todas luces será la imposición de nuevos aranceles. A pesar de que las conclusiones de esta investigación no se esperan hasta finales de este año 2024, todo apunta a que Europa impondrá aranceles mucho antes.
En este punto es inevitable recordar que, más allá de las prácticas que se hayan identificado en la industria china, en la que algunos fabricantes siguen estando bajo capital público del estado chino, Europa también está beneficiando a su industria, a marcas y fábricas de coches, con importantes inversiones públicas, que van de las ayudas a la compra de vehículos, a la inversión en proyectos para mejorar y levantar nuevas fábricas, o créditos en condiciones ventajosas. Algunas de las marcas europeas también cuentan con capital público entre sus inversionistas.
Por si no fuera poco, los propios fabricantes chinos también se están beneficiando del capital público de la Unión Europea, gracias a los fondos europeos que facilitarán, entre otros, proyectos como el de recuperación de la Zona Franca de Barcelona, en el que se instalará Chery, con sus marcas Omoda y JAECOO, y la resurgida EBRO, para volver a fabricar coches en la que en otro tiempo fuera la fábrica de Nissan.
El riesgo: una guerra comercial sinoeuropea
Algunos fabricantes europeos y algunos miembros de la Unión, como Alemania, ya están alertando del efecto bumerán que podría tener este movimiento. Un agravio a los intereses económicos de China que podrían reeditar la guerra industrial comercial desatada entre la administración Trump, y el ejecutivo de Xi Jinping, en marzo de 2018.