¿Te imaginas reunirte en tu garaje con un amigo y, como en los viejos tiempos del motor, ser capaz de hacer un motor escandalosamente potente? Esto es lo que han hecho Pete Aardema y Kevin Braun en San Diego, California. En lugar de optar por un V8 atmosférico como nos esperaríamos en el capó del muscle car de turno, estos dos se propusieron tiempo atrás fabricar nada menos que un motor V12 con el que rozar y, eventualmente, superar los 400 kilómetros por hora. Este es el resultado.
A partir de varios motores, hicieron su propio motor V12 que de entrada entregaba 920 CV
Braun se hizo con varios motores y los desmontó para analizar sus componentes y ver cómo eran capaces de generar la potencia deseada para volar por el desierto. Con esta base, él y Aardema comenzaron a fabricar moldes con impresoras 3D, tal como cuentan nuestros compañeros de Motorpasión. A continuación comenzaron a fabricar todos los materiales a medida, haciendo buen uso de la tecnología de impresión 3D.
Una vez completado, este motor V12 se probó en el banco de potencia y, una vez los resultados fueron satisfactorios, se colocó en un chasis tubular con una gran batalla – hay que recordar que el objetivo era batir un récord de velocidad, para lo cual se prefieren carrocerías streamliner. Estas eran comunes para estos objetivos, siendo un ejemplo muy recordado el Auto Union Type C V16 que se utilizaba en carreras de Grand Prix para circuitos de gran velocidad punta, caso de Avus.
Acoplado a una caja de cambios manual secuencial, el motor en sí lograba dar unos 920 CV, más de los 800 CV esperados inicialmente. Utilizando óxido nitroso en lugar de oxígeno, se ha conseguido rozar los 1.000 CV (994 CV para ser más exactos). El objetivo es que, con esta potencia, el streamliner casero de Aardema y Braun alcance los 418 kilómetros por hora, con Cal Rothe a los mandos.
Rothe, de hecho, ya llevó este monstruo artesanal hasta los 392 kilómetros por hora en el Mirage Dry Lake Bed además de haberlo conducido el año pasado en la Bonneville Speed Week, una competición de velocidad pura sobre los lagos salados de Utah. Ahora, con óxido nitroso y rozando las cuatro cifras, persiguen romper la barrera de los 400 kilómetros por hora en una competición oficial con lo que han hecho con sus manos.