Pocas ocasiones serán mejores que esta para recordar aquello de no intentar en casa. Que el aceite lubricante del motor y el líquido refrigerante son elementos clave en la salud de cualquier coche es algo que no tiene descusión, pero más allá de eso, qué le pasaría a un motor que funcionase sin aceite y sin refrigerante. Más por morbo que por experimento científico, hoy vamos a descubrir cuánto es capaz de aguantar un motor trabajando sin aceite y agua antes de romper por completo.
Si un motor que no cuenta con el correcto nivel de aceite, o que trabaja con un lubricante en mal estado, ya es sinónimo de avería segura, ya os podéis imaginar cuál será el final de nuestros tres protagonistas de hoy. El equipo de Carwow se propuso enfrentar a tres coches: Honda Civic, Peugeot 206 y Ford Focus, drenando todo el aceite y refrigerante del motor para descubrir cuál sería el motor más robusto de todos.
La prueba, grabada en vídeo, tiene como resultado obvio la rotura de todos los motores, sin embargo el fin de cada propulsor llega en tiempos muy diferentes. El primer motor en romperse es el del Ford Focus tras 20 segundos de funcionamiento, después se rompió el motor del Peugeot 206 tras 47 segundos de funcionamiento, descubriendo que el motor del Honda Civic soportó esta situación nada menos que 6 minutos y 22 segundos. Además, para llevar aún más al extremo a estos motores, se aceleró a fondo a cada propulsor para trabajar hasta el límite de revoluciones.
Con todo, más allá del «show» más o menos interesante de este vídeo, lo que sí nos parece importante resaltar es cuán delicada es una mecánica si no cuenta con el aceite y refrigerante en buen estado, de ahí que aprovechemos la ocasión para recordarte nuestro vídeo sobre la revisión de niveles por ti mismo. Un mantenimiento descuidado no solo puede provocar la degradación del aceite, sino la aparición de fugas o depósitos que impidan la correcta lubricación de las piezas móviles internas, y eso amigos, es rotura segura. En el caso del refrigerante sucede lo mismo, pues la falta de una buena capacidad de refrigeración, ya sea por falta de agua o problemas en líquido o circuito, es jugársela a un sobrecalentamiento del propulsor con la deformación o rotura de piezas del propulsor.
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