Cuando sea mayor, quiero ser como Jasbir Dhillon. Este estadounidense de origen hindú es un verdadero petrolhead, de pies a cabeza. No hay más que ver su garaje, en el que podemos encontrar un Porsche Carrera GT, un Jaguar XJR-15, un Aston Martin Lagonda o este impresionante Ferrari F40 del año 1989. Jasbir vive con intensidad su pasión por los coches, y ya ha aparecido en los fantásticos vídeos de Petrolicious en más de una ocasión. El protagonista de este nuevo vídeo es su precioso F40 rojo, y lo que significa para él. Este vídeo es el motivo por el que eres un verdadero apasionado del motor.
Cuando era pequeño e hice la primera comunión me regalaron un Ferrari F50 de Bburago, uno de aquellos kits de montaje a escala 1:18. Cuando era más pequeño tenía un Ferrari F40 a pedales, con el que aterrorizaba a mis vecinas, derrapando por la inclinada acera de mi calle. Estos Ferrari cimentaron desde entonces una pasión por el motor que jamás ha dejado de crecer. Un «vicio» que se ha convertido en mi forma de vida, gracias a Diariomotor. Estos tiempos de movilidad autónoma, restricciones a la circulación, límites de emisiones y coches eléctricos no son sencillos para los amantes del motor tradicional.
El futuro de la movilidad personalmente me aterroriza, y se me pone la piel de gallina cada vez que pienso que muchos países quieren prohibir la circulación de los coches de combustión interna en apenas décadas. Es por ello que vídeos como el de Jasbir Dhillon conduciendo su Ferrari F40 son un reducto de tranquilidad en este mundo hiperconectado, plagado de problemas e incertidumbre. El Ferrari F40 es uno de los últimos superdeportivos analógicos de la historia, un coche que llegó tarde a la era del Grupo B, y que fue desarrollado para celebrar el 40 aniversario de la marca, a partir del brillante 288 GTO.
Es un coche de 478 CV y poco más de una tonelada de peso. Sin ayudas electrónicas de ningún tipo, sin aislamiento o filtros entre el conductor y su rabioso motor V8 de doble turbo. En su época, fue el primer coche de serie en superar la barrera de las 200 millas por hora (320 km/h al cambio) y sus prestaciones sólo eran igualadas por máquinas como el Porsche 959. No obstante, su filosofía era mucho más purista y directa, y ello le ha granjeado un lugar especial en el corazón de los aficionados al motor. Si aún te quedan dudas, escucha la melodía que emana de su escape triple.
Definirla con palabras es complicado, y no hace justicia a su fantástica melodía. Un grito agudo y desgarrado, salpicado de petardeos y el bufido de sus dos turbocompresores IHI. Es un sonido simplemente maravilloso. No te pierdas el vídeo que han grabado los compañeros de Petrolicious, disfruta cada segundo y contágiate del entusiasmo y afición de su propietario. Que nadie haga que te olvides de por qué amas los coches.