El mundo en el que vivimos nos obliga a estar todo el día hablando de tecnología, de electrónica, de coches electrificados y de todocaminos. De vez en cuando es importante tomar un poco de distancia, alejar el foco, y recordar por qué, pese a todo, seguimos amando el motor. Y es porque en este mundo siguen existiendo máquinas tan maravillosas como el Ferrari 599 GTB. Un coupé deportivo con motor V12 que casi podrás sentir que estás conduciendo con el vídeo que te regalamos en este artículo.
Se trata de uno de los vídeos en primera persona de Tedward, un canal de YouTube que se dedica a mostrarnos, en primera persona, los sonidos y sensaciones de coches verdaderamente especiales. El protagonista del día es un Ferrari 599 GTB. Un coche lanzado en el año 2006, equipado con el mismo motor V12 del Ferrari Enzo. El mítico F140 de Ferrari, un motor que aun hoy en día sigue en producción en el Ferrari 12Cilindri. En el 599 GTB desarrollaba 620 CV entre 7.600 rpm y 8.400 rpm, aunque era capaz de rozar las 9.000 rpm.
El Ferrari 599 GTB es un Ferrari plenamente contemporáneo. Es decir, un Ferrari donde la electrónica y los automatismos superan con contundencia la efectividad de los sistemas manuales. En plata: es un coche que casi todo el mundo adquirió con un cambio automático F1 SuperFast. El 599 GTB fue el último super GT de la marca en ofrecer cambios manuales. De una producción total de unas 3.600 unidades, solo 30 unidades fueron comercializadas con cambio manual. La unidad que Tedward nos enseña y ha podido probar es lleva uno de esos cambios manuales.
Por supuesto que era más efectivo y cómodo con cambio F1, pero el tacto analógico de un cambio manual con rejilla metálica es difícil de igualar – al igual que la conexión con la máquina. Es una experiencia muchísimo más hedonista. No obstante, este coche era originalmente automático, y fue convertido a manual – un proceso que un especialista facturó en más de 30.000 dólares. Además, el motor ha sido potenciado hasta los 670 CV del 599 GTO y monta un escape Valvetronic sin catalizadores y válvulas activas que suena a pura gloria.
Sin más dilación, subid el volumen, y disfrutad de la sinfonía que produce una tubería de metal y el zumo de dinosaurio.
