El Mercedes Simplex es uno de los primeros coches modernos de todos los tiempos, e incluso podría decirse que es el primer coche deportivo de la historia. Conocido como «Mercedes 35 PS», vio la luz del día hace 118 años, en el prehistórico 1901. Era un coche dotado con un motor de 35 CV, montado en posición retrasada y baja en su chasis, de largueros y travesaños. Fue el primer coche en tener una columna de dirección inclinada, con un radiador presidiendo el frontal. Lo que hoy consideramos normal era revolucionario hace más de un siglo. Y el Vision Mercedes Simplex es un homenaje a este importante clásico.
El Vision Mercedes Simplex lleva al siglo XXI el espíritu pionero e innovador del «35 PS». Es un coche completamente conceptual, inspirado en el clásico, y sin viso alguno de llegar a producción en un futuro. Con todo, es un bonito ejercicio de diseño, una auténtica golosina para nuestros globos oculares. La reinterpretación del Mercedes Simplex vuelve a ser un coche biplaza, en el que destacan varios elementos. La primera es el marco dorado de la calandra, junto a la tipografía de preguerra de Mercedes y un panel de tres dimensiones en el que se proyectan animaciones sobre el estado del vehículo.
Las ruedas son un elemento muy llamativo del diseño. Son unas ruedas de grandes dimensiones en las que sólo gira el neumático. No se explicita, pero entendemos que se trata de un coche eléctrico, como parte de un futuro de cero emisiones locales. El coche es muy corto, y está pintado en un esquema bicolor, usando tonos tan llamativos como el blanco, el azul o el dorado. Es realmente una interpretación en clave futurista de un diseño tan básico como el de un coche primitivo. El interior también es un claro homenaje al Simplex de hace más de un siglo, con un habitáculo biplaza expuesto a los elementos.
Dos personas pueden sentarse en un banco forrado en cuero, con sólo el cielo por montera. Su color, dicho sea de paso, está inspirado en los veranos en la Costa Azul. Mención aparte merece la columna de la dirección, mecanizada de forma precisa, con su mecanismo expuesto y un cuidadísimo aspecto minimalista. La instrumentación brilla por su aparente ausencia, pero está integrada en un panel discreto y monocromático, en el que solo destacan varios acentos dorados, que esconden superficies táctiles de control. Es un concepto sencillo, pero elegante y absolutamente brillante. Nos encanta.