En la vida, como en los negocios, el simbolismo es en ocasiones casi tan importante como las propias acciones. A finales de los años noventa, Volkswagen comenzaba a levantar la Gläserne Manufaktur de Dresde, la fábrica de cristal. Una factoría que debía convertirse en un ejemplo de transparencia, simbolizado por el hecho de que su estructura acristalada dejaría ver, a los clientes y visitantes, su funcionamiento. Digamos que pretendía ser algo así como el cocinero que maneja con destreza el cuchillo para cortar el salmón y el atún y prepararte el sushi detrás de la barra de un buen restaurante japonés. Pero si algo se le ha puesto complicado a Volkswagen en este último año, ha sido precisamente presumir de transparencia. Es por eso que el simbolismo está aún más presente con el hecho de que, el cese de la producción del Volkswagen más innecesario, el Volkswagen Phaeton, haya dado paso al más limpio, la versión eléctrica del Volkswagen Golf, el Volkswagen e-Golf.
Antes de que se destapase el escándalo de las emisiones, el futuro del Volkswagen Phaeton ya estaba echado. Hablamos de él como el Volkswagen más innecesario, amén de sonado fracaso. Quizás es el mejor ejemplo de aquellos años en los que Volkswagen creía que podía con todo, cuando lo lógico hubiera sido no tratar de competir con marcas propias que, como Audi, tenían una dilatada experiencia fabricando coches de lujo y representación. El Phaeton no cumplió con las expectativas iniciales, y de las 20.000 unidades, y hasta 35.000, o incluso 50.000, que se estimó se producirían cada año, finalmente se construyeron 84.253 unidades en 15 años de producción. De ahí que la Gläserne Manufaktur se dedicara también a la producción de otro vehículo de lujo de la casa, el Bentley Flying Spur.
Volkswagen Golf
En la primavera de 2016 el Volkswagen Phaeton dejó de fabricarse y sus trabajadores fueron recolocados temporalmente. Volkswagen quería recuperar su imagen tras el escándalo surgido en Estados Unidos, y qué mejor forma de hacerlo que transformando la Gläserne Manufaktur de Dresde, la fábrica de cristal, en un centro dedicado a la movilidad del futuro y la sostenibilidad. Pero aún había algo más.
20 millones de euros después, la Gläserne Manufaktur no solo ha sido adaptada para convertirse en museo, y centro de recepción para aquellos interesados en Volkswagen, la sostenibilidad, y la movilidad del futuro. La fábrica de cristal de Volkswagen vuelve a fabricar coches, empezando por el recién actualizado Volkswagen e-Golf, la versión eléctrica del Volkswagen Golf. Volkswagen no solo quiere que esta fábrica se dedique a la producción de automóviles, sino que también sea un atractivo añadido para que sus clientes acudan a visitarla, a conocer los entresijos de la tecnología del coche eléctrico, e incluso puedan recoger aquí su coche, cualquier modelo con algún tipo de electrificación, incluidos e-Golf, e-up!, Golf GTE y Passat GTE.
Mientras el Volkswagen Golf seguirá fabricándose en Wolfsburgo, la Gläserne Maufaktur hará lo propio, a partir de abril de 2017, con el Volkswagen e-Golf. Los siguientes pasos aún los desconocemos y Volkswagen aún no los ha revelado. Pero es de suponer que las instalaciones de Dresde pudieran dedicarse en un futuro a la producción de otros productos de corte tecnológico y motorización eléctrica, como el esperado coche eléctrico que se derivará del Volkswagen I.D. Concept.
De momento, Volkswagen ya ha anunciado la reanudación de la actividad industrial en Dresde y pronto comenzará con el regreso de muchos de los trabajadores que fueron trasladados tras el cierre de la producción.
Fuente: Volkswagen
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