Cuando Volkswagen dejó al fin atrás al Beetle, ya considerado anticuado para la entrada de los setenta (pese a que los 1.300, las variantes más modernas, daban unas prestaciones aceptables), lo hizo con la llegada de un Golf que era casi como un viaje al futuro en comparación. Mucho más moderno por dentro, con un planteamiento que lo convertiría en un éxito inmediato. Pero, entre el Beetle y el Golf hubo prototipos. Llamémosles eslabones evolutivos – que no eslabones perdidos, pues por suerte Volkswagen ha conservado estas piezas importantes de su historia.
EA 266 y EA 276, los embriones originales del Golf
Para el diseño del que en un principio se propuso como Blizzard, allá por 1969 Volkswagen acudió a Italdesign, encargándose un Giorgetto Giugiaro que estaba a punto de marcar una tendencia: la de los planos plegados y chapas de trazos rectos que ahorraban costes de fabricación a mansalva. El coche debía tener un espacio interior similar al del Beetle, con unas dimensiones concretas de ancho, largo y alto así como distancia entre ejes. Además, Giugiaro debía tener en cuenta que se iba a instalar un motor con refrigeración por agua, en lugar de refrigerado por aire como en el Escarabajo.
Volkswagen Golf
El primero de estos esfuerzos fue el EA 266, un prototipo de carrocería autoportante y un gran maletero gracias a haber desplazado el motor…debajo de los asientos traseros. En caso de avería o mantenimientos esta colocación hacía muy complicada la vida a los mecánicos, además de que se dieron cuenta de que sería muy caro fabricar un vehículo a gran escala con esta configuración. Es por ello que en octubre de 1971 (tras haber producido 50 unidades) fue descartado por parte de Rudolf Leiding, jefe de Volkswagen que había sucedido al Dr. Kurtz Lotz.
Basándose en el EA 266 llegaría después el EA 276, un prototipo más cercano en forma al Golf definitivo. El motor ya estaba situado por encima de las ruedas delanteras, la carrocería terminaba en forma fastback permitiendo espacio de maletero y, donde estaba el motor en el EA 266, se encontraba tanto el depósito de combustible como el eje de torsión. Para este prototipo, del que sólo se fabricó una unidad, se colocó un motor de Beetle refrigerado por aire.
Giugiaro no falló en su cometido y respondió con un diseño angular, rompiendo con las curvas del Beetle y al mismo tiempo estableciendo una relación con los Audi 80 y 100 de aquel entonces. Giugiaro quería que los faros delanteros fueran rectangulares para establecer una relación con los traseros, pero en ese momento los faros delanteros eran la clara tendencia al ser más baratos de fabricar en grandes números. Los intermitentes verticales delanteros del diseño del italiano también serían suprimidos, además de alargar la parte delantera unos diez centímetros para cumplir con las normas estadounidenses.
Éxito del Golf, así como de los Passat y Scirocco también obras de Giugiaro
Sería cuestión de tiempo para que el Golf, pensado desde un principio como un coche de dos o de cuatro puertas, saliera de la cadena de producción en marzo de 1974. Fue así como comenzó la historia del que, en menos de una década, sería el coche más vendido en Europa, gesta que ha alcanzado hasta en 33 ocasiones en los últimos 41 años. Por supuesto, también entraría en la historia por ser el estandarte de los deportivos compactos desde el momento en el que apareció el Golf I GTI.
Giugiaro, por su parte, también sería el artífice del Passat y del Scirocco (otro coche nombrado en honor a diferentes vientos, como el caso del propio Golf). El caso del Scirocco fue una apuesta personal de Karmann, quienes creyeron en la apuesta de Giugiaro de hacer una carrocería coupé basada en el Golf – Volkswagen no accedió de primeras a esta idea, pues no era su momento más pudiente en aquellos años, pero la apuesta acabó siendo bien recibida por el público.