El segmento de los compactos deportivos ha puesto ante nosotros modelos que hacen las delicias de los amantes del motor y generan suspiros por doquier. Aceleran nuestras pulsaciones para, después, robarnos el corazón… e, incluso, romperlo en mil pedazos al no llegar a la red de comercialización. Eso es lo que hizo el Volkswagen Golf GTI W12-650, el prototipo que nos llevó al extremo.
Y no sólo al público, también al Volkswagen Golf GTI. Un modelo que siempre se ha caracterizado por su equilibrio entre prestaciones, consumos, acabados y precio. Un compacto deportivo que contemplo cómo este memorable concepto llevaba esa armonía hasta el límite.
Corría el año 2007 cuando Volkswagen presentó el Golf GTI W12-650 en un inmejorable escenario: el Wörthersee Tour. Una cita que tiene lugar en el lago austríaco que lleva el mismo nombre y que reúne a buena parte de la gama alemana con especial protagonismo para la versión más prestacional de su compacto.
Todo el Grupo Volkswagen condensado en un coche
Volkswagen Golf
Un par de meses antes de que se celebrase el Wörthersee Tour de 2007, los diseñadores de la marca germana comenzaron a trabajar en un concepto que combinaría elementos de todo el grupo. Literalmente.
La quinta generación del Volkswagen Golf fue la encargada de poner la carrocería, que se ensanchó 16 centímetros aunque conservó las puertas, el capó y las luces originales. Además de un chasis reelaborado, la altura de suspensión se redujo en casi 7,6 centímetros y fue equipado con unas llantas delanteras de doce pulgadas mientras que las traseras eran de nueve pulgadas. En la parte delantera ubicaron una entrada de aire ensanchada, añadieron un parachoques trasero futurista y rediseñaron las ventanas traseras.
El interior estaba revestido en cuero Alcantara negro (no así las puertas), protegieron los interruptores centrales y añadieron un pequeño extintor en la guantera.
Combinación extrema
Con este punto de partida, incorporaron el W12 biturbo de un Bentley Continental GT que entregaba 650 CV. Evidentemente, los doce cilindros no cabían en la parte delantera donde encontraríamos el motor turbo de cuatro cilindros de este compacto: lo colocaron detrás del conductor creando un Golf GTI de motor central. Para manejar toda esa potencia, el W12-650 tomó prestada la caja de cambios de un Volkswagen Phaeton, los frenos delanteros de un Audi RS4 y los traseros de un Lamborghini Gallardo, que también aportó el eje.
Aquel prototipo bautizado como Volkswagen Golf GTI W12-650 tenía tanta potencia como el Lamborghini Urus actual. Con toda esa fuerza en las ruedas traseras, no era un coche fácil de manejar aunque con él, la diversión estaba asegurada: pasaba de 0 a 96,5 km/h en menos de cuatro segundos y alcanzaba una velocidad máxima en pista de 323 km/h.
Puede que algún día, a orillas del lago Wörthersee, nos crucemos con un Volkswagen Golf GTI igual o más rápido, pero, probablemente no será tan salvaje como el que nos rompió el corazón: el Volkswagen Golf GTI W12-650.