¿Hay futuro para los diésel? Las ventas de los diésel en Europa siguen cayendo. La amenaza de restricciones a los diésel, especialmente los más antiguos, es cada vez mayor. En Alemania se está planteando que los fabricantes modernicen sus coches antiguos para reducir sus emisiones. En otros países se habla, incluso, de restricciones totales al diésel. Y mientras tanto los fabricantes han de decidir si dedicar sus esfuerzos, o no, en el desarrollo de motores de gasóleo. Volkswagen, por su parte, ha seguido trabajando con empeño durante los últimos años para desarrollar motores de gasóleo aún más eficientes. Y el mejor ejemplo lo tenemos en este Volkswagen Golf diésel, y en su Proyecto Faro – del alemán Leuchtturmprojekt – que propone salvar a los diésel amparándose en mucha tecnología, y bajas emisiones, que podrían mejorar los consumos de un Volkswagen Golf entre un 25% y un 30%.
¿Por qué merece la pena seguir apoyando a los diésel?
Uno de los mayores problemas del diésel ha estado en que los clientes europeos hayan apostado durante tantos años por el gasóleo sin plantearse si de verdad esa era la alternativa más adecuada para sus necesidades. A tenor de que el conductor medio español – según estadísticas de circulación – recorre algo más de 10.000 kilómetros al año, no tiene sentido que los diésel sigan siendo la opción preferida de los compradores. En cualquier caso, el diésel sigue siendo sumamente importante, e incluso necesario, cuando se trata de recorrer varias decenas de miles de kilómetros al año y en carretera. Hoy por hoy es la solución más económica, con la salvedad de algunos híbridos en conducción urbana.
Volkswagen Golf
Los diésel modernos también han reducido significativamente sus emisiones de NOx gracias a tecnologías como el tratamiento de los gases de escape con AdBlue. Y por último, los diésel siguen ofreciendo una ventaja competitiva muy interesante si queremos luchar contra los contaminantes que contribuyen al calentamiento global, como el CO2.
¿En qué consiste el Proyecto Faro?
Durante los últimos cuatro años, Volkswagen ha estado trabajando en su centro de I+D de Wolfsburgo en la aplicación de todas las tecnologías disponibles sobre un motor diésel para conseguir un ahorro real, en consumos y emisiones. Según publicaba Volkswagen, habrían conseguido que este motor diésel redujera sus consumos y sus emisiones de CO2 entre un 25% y un 30%, y que lo hiciera en una ruta real, y no en una prueba en banco de rodillos.
Haciendo algunas estimaciones bien podríamos pensar que con este motor podrían obtenerse consumos, en recorridos reales, en el orden de 3.X litros/100 kilómetros. Y unas emisiones de CO2 que según el ciclo de homologación actual, el NEDC, se situarían muy por debajo de los 100 g/km.
Para conseguirlo, habrían partido de un motor diésel con solo tres cilindros, y un desplazamiento de 1.5 litros.
¿Qué tecnologías habrían aplicado?
Sobre este bloque de tres cilindros y 1.5 litros de desplazamiento, Volkswagen habría aplicado tecnologías destinadas a mejorar la cámara y la calidad de la combustión – no han detallado cuales – así como alzado variable de válvulas en admisión y escape y pistones y otros componentes optimizados para reducir la fricción. También hablan de pingües mejoras para perfeccionar el rendimiento térmico del motor y presiones de inyección de hasta 3.000 bares.
Más allá de esas mejoras, la clave estaría en una nueva instalación eléctrica de 48 voltios, con sistemas de recuperación de energía, y aprovechamiento de esta, más sofisticados y potentes. Digamos que este motor contaría con una suerte de hibridación aprovechándose de las bondades de los 48 voltios, de las cuales ya hemos hablado largo y tendido. Una solución que Volkswagen – como marca – no ha aplicado aún en sus diésel. Sin ir más lejos, el único fabricante de turismos para todos los públicos y todos los bolsillos que ha aplicado esta tecnología en sus diésel ha sido Renault (ver prueba del Renault Scénic Hybrid Assist).
Volkswagen asegura que estas tecnologías podrían aplicarse en cualquier momento en sus turismos y se ampara en su rendimiento energético, y en su capacidad para reducir las emisiones de CO2 hasta cifras ínfimas, para seguir apostando por el diésel. Ahora tendríamos que preguntarnos si con eso será suficiente para recuperar la confianza de una clientela, tras haberla diezmado tras destaparse el escándalo de los diésel en Estados Unidos.