En 1998, Volkswagen decidió que era un buen momento para relanzar el mítico Escarabajo. En Wolfaburgo sabían que MINI estaba a punto de ser relanzada, y quisieron subirse al carro de la nostalgia con una reedición en clave moderna del coche que motorizó Alemania. El Volkswagen New Beetle compartía plataforma con el Volkswagen Golf, era más compacto que utilitario y tenía una estética simpática. Era un coche interesante, pero no demasiado pasional ni deportivo. Pese a todo, tuvo versiones equipadas con motores V5 y 1.8 turbo, además de una exclusiva variante de altas prestaciones. Esta es la historia del Volkswagen New Beetle RSi, un “súper Beetle” de 225 CV de potencia, inspirado en la competición, del que solo se fabricaron 250 unidades.
Como muchos proyectos a principios de la pasada década, el Volkswagen Beetle RSi – al igual que el Bugatti Veyron o el Volkswagen Phaeton – fue un proyecto pergeñado por Ferdinand Piëch, que quería poner al Grupo Volkswagen en la cresta de la ola de la industria del automóvil. Como el New Beetle necesitaba un extra de picante, recurrió a la experiencia de Volkswagen Motorsport. Por aquél entonces, el brazo de competición de la marca alemana llevaba a cabo la New Beetle Cup, una copa monomarca en la que el New Beetle era el protagonista. Piëch ordenó adaptar a las calles los coches de la copa, en una tirada limitada a 250 unidades, destinada en exclusiva al mercado alemán.
Estos Volkswagen New Beetle destacaban en primer lugar por una estética muy radical. Si el New Beetle era un coche simpático y amable, el RSi era el primo enfadado y musculado. Su kit de carrocería era idéntico al de los Beetle Cup, y a causa de ello el RSi era 80 mm más ancho que otros New Beetle. Esta diferencia se debía principalmente a unos pasos de rueda muy ensanchados, además de un ancho de vías modificado. En la parte trasera del coche se instaló un enorme alerón fijo, mientras que las deportivas llantas multirradio de 18 pulgadas estaban firmadas por OZ Racing.
En su interior no encontrábamos la florecilla de otros New Beetle ni unos cómodos asientos. Los asientos eran baquets construidos en fibra de carbono – forrados en un precioso cuero de color naranja – y en el salpicadero muchos mandos y controles fueron reemplazados por otros acabados en aluminio, material que podemos encontrar también en puertas y pedales. En la consola central se instalaron unos manómetros adicionales, para controlar el voltaje de la batería o la presión de aceite. Esto exigió recolocar los mandos del equipo de sonido en una consola de techo, una solución curiosa.
Mecánicamente, el Volkswagen New Beetle RSi fue un coche muy especial. En sus entrañas latía una evolución del motor VR6 de 2,8 litros del Grupo Volkswagen, con su cilindrada aumentada hasta los 3,2 litros – que posteriormente animaría al Golf R32. Este motor desarrollaba 225 CV de potencia y 317 Nm de par motor, que transmitía a las cuatro ruedas a través de un sistema Haldex de tracción total. Todos los Volkswagen New Beetle RSi estaban equipados con una caja de cambios manual de seis relaciones de serie. Era capaz de hacer el 0 a 100 km/h en 6,4 segundos, con una velocidad punta de 220 km/h.
Sus prestaciones eran similares a las de un Audi S3 de primera generación, aunque con un filosofía completamente diferente. Gracias a una línea de escape Remus con dos salidas el Beetle RSi tenía un sonido característico y profundo. Unido a su imagen, su dinámica deportiva y su producción limitada a 250 unidades, tuvo como resultado uno de los compactos deportivos más especiales de todos los tiempos. Algo que ha quedado reflejado en su actual cotización: las pocas unidades a la venta hoy día superan con holgura los 50.000 euros.