En 1962, de las líneas de producción de la fábrica que Volkswagen tiene en Hannover salió una Volkswagen T1 que no dejaría indiferente a nadie: nació como una versión regular y acabó convirtiéndose en una furgoneta todoterreno equipada con orugas. Esta es la historia de ‘Half-Track Fox’.
No, Volkswagen nunca produjo esta versión de su T1 aunque ahora haya sido ella la encargada de resucitarla. El autor fue Kurt Kretzner, un mecánico de la marca que residía en Austria y que encontró en aquella furgoneta la respuesta a una de sus demandas: un vehículo equipado para la montaña que se pudiera usar en los terrenos más agrestes y en las condiciones más complicadas.
Una T1 con orugas
Kurt Kretzner invirtió cuatro años en la ‘Half-Track Fox’. Esta Volkswagen T1 cuenta con cuatro ejes: los dos de la parte delantera están equipados con llantas de 14 pulgadas y son los encargados de dirigir el vehículo. Detrás cuenta con un mecanismo de transmisión por cadena que convierte las ruedas de 13 pulgadas en orugas para, así, conseguir un mayor agarre: algo muy útil si vives en una zona donde la nieve puede complicar tu movilidad como le ocurría al mecánico protagonista de esta historia.
¿Por qué no puso orugas en todas las ruedas? Todo apunta a la maniobrabilidad: habría hecho mucho más complicado conducir esta peculiar T1 que tenía un radio de giro de 10 metros, una cifra que la convierte en una vehículo bastante maniobrable teniendo en cuenta sus características. Kurt, además, instaló un freno en cada rueda y un diferencial de deslizamiento limitado automático para ayudar a administrar la potencia.
El mismo motor
El mecánico consideró que no era necesario tocar la parte mecánica así que la ‘Half-Track Fox’ conservó el motor bóxer de cuatro cilindros y 1.2 litros original que entregaba 35 CV de potencia. Aquella Volkswagen T1, por lo tanto, alcanzaba una velocidad máxima de 35 km/h siendo un poco más lenta que un zorro real. De ahí su nombre.
Desafortunadamente el proyecto no tuvo éxito alguno: parece que, hasta 1968, Kurt fabricó un par de unidades y cuando llegó la tercera detuvo la producción. Suponía un arduo y caro trabajo manual y, además, no había demanda.
Su restauración
Hasta donde se sabe, la unidad de las imágenes es la única ‘Half-Track Fox’ que se conserva. Tras pasar varias décadas desapercibida, en los años noventa fue a parar al Museo Porsche de Gmünd (Austria) y, posteriormente, pasó a manos de ‘Bullikartei eV’: un club de aficionados a la T1. En 2005 quisieron restaurarla, pero no fue posible y tres años después apareció la división de clásicos de Volkswagen Commercial Vehicles.
Comenzaba, entonces, un completo proyecto de restauración para la ‘Half-Track Fox’: volvieron a pintar la carrocería exterior con un tono naranja mate similar al original y los diseñadores dieron rienda suelta a su creatividad para recrear el interior utilizando todo tipo de maderas. El resultado lo tenéis ante vosotros: así es la T1 todoterreno que Volkswagen nunca construyó.