El coche que tenéis actualmente en vuestra pantalla es mucho más importante de lo que parece. No es un simple prototipo más, es el prototipo que representa el futuro de Volvo, tanto a nivel de diseño, como a nivel de desarrollo de productos. Estrena un nuevo lenguaje de diseño y nos dice cómo serán los coches de Volvo, cuyo futuro pasa por una electrificación absoluta. A partir del año 2030 todos sus coches serán eléctricos, y todos tendrán algo de este prototipo en su ADN. Sin más dilación, vamos a conocerlo un poco más en profundidad.
El Volvo Recharge Concept se construye sobre una nueva plataforma modular para coches eléctricos, cuyo nombre no ha sido anunciado. Hasta la fecha, todos los eléctricos de Volvo son vehículos de primera generación, construidos sobre una plataforma inicialmente concebida para vehículos de propulsión, o vehículos a lo sumo enchufables. Usando una plataforma dedicada a coches eléctricos, la batería va alojada bajo el habitáculo. Se alarga la distancia entre ejes y se maximiza el espacio habitable con respecto a un coche tradicional.
También se reduce el centro de gravedad, mejorando el paso por curva y minimizando el riesgo de vuelco. Esto es común a prácticamente todas las plataformas de coches eléctricos – Volvo no está inventando la pólvora, solo está colocándose en posición de salida de cara al futuro. Este tipo de plataformas permite, pero también exige crear coches aerodinámicos, vital para lograr buenas cifras de autonomía. En este sentido, el diseño del Volvo Recharge Concept anticipa un futuro muy aerodinámico estilizado. Y un futuro crossover. Cómo no.
El detalle que más llama la atención es que se mantienen los «martillos de Thor» como seña de identidad, reduciéndose al mínimo el resto de rasgos de diseño. La calandra desaparece y se convierte en una especie de escudo aerodinámico. Llantas de enorme tamaño y un perfil lateral limpio dan paso a una zaga limpia y cortada a cuchillo, en la que destaca una ventanilla trasera muy corta y unas ópticas en forma de «L». Las puertas traseras son de apertura suicida, un detalle que bien podría quedarse en una fase de prototipo.
El habitáculo es aéreo y limpio, con una sensación diáfana, de mucho espacio. De nuevo, soluciones ya vistas en otros coches eléctricos: una instrumentación digital escueta, una enorme pantalla central en formato vertical de 15 pulgadas, y un gran espacio de carga modular entre los dos asientos delanteros. Puede que el formato no sorprenda, pero su limpieza de líneas, el gusto de los materiales elegidos y el diseño escandinavo lo ponen a una altura diferente a la de otros fabricantes, que apuestan casi exclusivamente por impresionar con la tecnología.
¿Qué os parece el rumbo de Volvo? ¿Os gusta su nuevo lenguaje de diseño? Os leemos en los comentarios.